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tido dentro de tus muros veintidós mil pecados mortales, y entre ellos, tres de los más enormes". Eran sus virtudes, más que sus talentos las que le daban ese poder tan grande. "Dios me ha destinado, decía, a ser capuchino, misionero y santo. jAy de mí si soy infiel a esta triple vocación!". Y se aplicaba sobre todo a la santidad, sin la cual no sería ni religiosD ni apóstol. Es claro que él acompañaba toda su predicación con lar– gas horas de oración, con penitencias formidables, con una devoción intensísima a Jesús sacramentado y a la Sma. Virgen, ante cuyos altares pasaba arrodillado todc, el tiempo que le dejaban libre sus trabajos -apostólicos. También sentía una de– voción especialísima a la Sma. Trinidad, cuya predicación so– hre ella resultaba sencillamente maravillosa. fa a él, al após– tol de este inefable misterio al que debe España la costumbre, tan apreciada entre los fieles, de rezar y cantar en las iglesias el Trirngio solemne de la Sma. Trinidad: Santo Dios, Santo Fuerte, etc. Los trabajos largos e intensos de su apostolado, más que lo avanzado de su edad enpezaron a pesar sobre él, y se pre– guntó si no sería llegada la hora de tomar en el cielo junto a su amada Madre, o en el retiro de un Convento el reposo de– finitivo. Se renovó entonces en el coro de un Convento la es– cena que tuvo lugar en Roma entre Jesucristo y San Pedro. Estaba el P. Diego José en el coro haciendo oración, cuando se le aparece Jesucristo encorvado, gimiendo bajo el peso de la Cruz, y tratando· sin embargo de ir adelante. "¿A dónde váis, Señor?, le preguntó él. Voy a salvar a las almas, contes– tó Jesucristo, ya que tu piensas en abandonarlas". Instruído con esta lección el fervoroso misionero siguió trabajando por los que debía salvar, hasta el agotamiento com– pleto de sus fuerzas, fiel hasta el fin a su divisa: "Am:n, Pre– dicar, Sufrir". Terminada su obra, la DiYina Providencia lo condujo a Ronda, para allí cerrar sus ojos a este mundo bajo la mirada de Ntra. Señora de la Paz, como él lo había deseado. Recibidos con el fervor que puede suponerse los últimos sacramentos, ex- - 8í -

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