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Así llegó Pepe Caamaño a los trece años con un corazon dó cil e inocente, según sus propias declaraciones, pero dolo– rido por la dura realidad, que le amargaba la vida. El cambio repentino y total sobrevino providencialmente. Un día en la iglesia de los Capuchinos de Ubrique oyó cantar el oficio por los religiosos en el coro. Con todo y ser el canto tan sencillo y monótono, hizo tal efecto en su alma, que le parecía estar oyendo a los ángeles cantar las divinas alaban– zas en el cielo. Pedí, refiere él mismo , la vida de algún santo de la Or– den , y me dieron las de San Fidel y San José de Leonisa, uno y otro misioneros, y luego la del V. P. José de Caravantes, llamado el apóstol de Galicia. Encendióse con esto un fuego tal en mi corazón, que, no teniendo aún más que trece años, me deshacía por el retiro, el trato con Dios, la mortificación, etc.". Desde entonces el muchacho no tuvo ya más que un solo pensamiento: "Todo mi afán era ser Capuchino, para ser ,nisionero y santo". Admitido en la Orden, pasó el Santo Noviciado y el es– tudio de la teología y ciencias accesorias en una vida eminen– temente piadosa y observante, pero sin ninguna nota extraor– dinaria, que diera margen a presa~iar su futuro admirable y grandioso. Fué en el estudio de la teología, de esa ciencia en que se estudian los atributos de Dios, cuando su espíritu se abrió de repente . a esos horizontes sublimes, y se lanzó con un vuelo incoercible a esas alturas maravillosas sobre ias cuales como el águila, estableció su morada. Después . de esta preparación milagrosa, porque es a Ma– ría más que a sus estudios a quien él reconoce deber toda su ciencia, es investido en su oficio de apóstol por intervención de San Pedro y San Pablo, que le remitieron el uno un li– bro, y el otro, un bastón de viaje, diciéndole: "Ve a predicar". Algunos días después se le apareció Jesucristo, y le dijo: " Quiero contarte entre mis apóstoles y conferirte los corres– pondientes privilegios". El Padre Diego José empieza su apostolado ; grandes consecuencias han de seguirse de semejantes premisas de pre– paración. Es la España, toda entera , la que recorre, de Se- - 84 -

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