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en los sufrimientos, que la llenaron toda, el siervo de Dios co– noció que se acercaba al fin. Se dice que en ese trance el Pa– dre Macario se enterneció mucho, y fué acometido de una inmensa tristeza por el pensamiento de que iba a perder aquel humilde Hermano, cuya santidad nadie conocía como él. Recibió con toda deYoción el Santo Viático y la Extrema unción, y después de obtener el permiso de su Superior, Pa– dre Macario y no antes, entregó su alma en manos del Se– ñor, el día 31 de mayo de 1787. Fué beatificado por el Sumo Pontífice León XIII el 12 de febrero de 1888. 21. - BEATO DIEGO JOSE DE CADIZ, CAPUCHINO. (1743 - 1801) He aquí la grande maravilla del apostolado franciscano, el hombre extraordinario, el misionero incomparable, podero– so en palabras y eri obras, que oscurece en España, las huellas de San Vicente Ferrer, que iguala a los Antonios de Padua, a los Bernardinos de Sena, a los Leonardos de Porto Mauricio, que apareció en la tierra como un ángel del Apocalipsis, o mejor, como otro San Pablo, anunciado . en estos términos, aun antes de su nacimiento, por un personaje venerable, muerto en olor de santidad. Nació Diego José en Cádiz, día 30 de marzo de 1743. Se le impuso en el bautismo el nombre de José Caamaño. Fueron sus padres José López Caamaño y María de Ocaña y García. A los nueve años quedó huérfano de madre, y cayó luego bajo la tutela de la madrastra, teniendo que sufrir bas– tante a causa del genio y carácter de ésta y de que él aparecía corto de ingenio o retardado para el estudio. Por lo demás el niño venía piadosísimo; de noche se levantaba de la cama para rezar; muy temprano se le veía a las puertas del tem– plo, para ayudar a la primera Misa; mortificaba su cuerpe– .cito con disciplinas y cilicios. - 83 -

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