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óanta mujer, que sostenía la fe de su marido y procuraba educar a sus hijos en la práctica completa de la Religión. Todos se formaron muy piadosamente, sobre todo, uno de ellos, Santiago, nuestro Fray Félix. Todos admiraban · su modo de proceder, su piedad, los largos ratos que pasaba inmóvil ante el Sagrario y ante un altar de la Virgen Santísima, su apos– tolado entre los jóvenes, a los que procuraba enseñar, aconse– jar, reprender cariñosamente, para que fueran buenos cris– tianos. A los 21 años solicitó la admisión en la Orden Capuchi– na, pero tuvo que aguantar siete años de duras negativas, al cabo de los cuales fué admitido al noviciado. En el mundo habían empezado sus humillaciones; prosegui– rán también durante su formación religiosa, y se multiplica– rán después durante toda su vida. Se conoce que era ese el camino que Dios había escogido para santificarlo, y dejar un ejemplo, que sin duda habrá servido y servirá todavía a mu– r.hos para llevar con paciencia pruebas semejantes, no tan du– ras, ciertamente, como las suyas. En efecto, vemos a todos los Superiores cebarse en él, despreciarlo, maltratarlo, abrumarlo con sus reproches y adver– tencias, sin tener en cuenta, al parecer, que lo van a descora– zonar y devolverlo al mundo. Pero el Hno. Félix se muestra duro y sóli.do como un roble. Las tempestades n0 hacen más que arraigarlo más en el peñasco, sin quebrar sus ramas. El repite la frase, que es, por tradición monástica, la expresión del agradecimiento: "Todo sea por amor de Dios". El Padre Macario, su confesor y Superior durante treinta y tres años, recibió, dicen los contemporáneos, la misión de santificarlo, mortificándolo. Le hablaba siempre con dureza y tono de desprecio; lo llamaba no por su nombre de Fray Félix sino con apodos ridículos y despreciativos. Fray Sin– gracia, Fray Mostrenco y le mandaba cosas grotescas, y luego de hacerlas, le reprochaba el haber tomado en serio esas ór– denes. Un caso, entre mil, mostrará el modo de tratarlo que usaba. Era un día de penitencia. So pretexto de que el Hno. Félix estaba fatigado y debilitado por el trabajo, le hizo ser- - 80-

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