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versidades que lo fuesen apartando de su vida bulliciosa y disi– pada, tales como un añ::> de cárcel con ocasión de una guerra habida entre Perusa y Asís; y después, algunas enfermedades graves, que lo tuvieron alejado algún tiempo de las francache– las y bullicio r:mndanos. Ya Francisco había abandonado la vida disipada y vanido– sa, y andaba envuelto en serias preocupaciones sobre cuál sería sobre él la voluntad de Dios. Una tarde, pasando por cerca de una Capilla, llamada de S. Damián, a unos diez minutos de Ai,ís, sintió como una fuerte inspiración de entrar en ella. Entró y lo primero que descubrie– ron sus ojos fué la tabla pintada de un gran crucifijo, puesta a manera de retablo sobre un altar de ruda mampostería. Arro– díllase inmediatamente ante el altar, y con los ojos levantados a la sagrada imagen, repite la súplica que tiene de continuo en su corazón y en sus labios: "Señor, aquí tenéis a vuestro siervo; mostradme lo que queréis de mí, pues no deseo más que hacer en todo vuestra santa voluntad". Jesucristo le habló sensiblemente desde aquella imagen y le dijo: "Francisco, vé y repara mi Iglesia, que amenaza rui– na" . He aquí otro rasgo sublime de la semejanza de Francisco con Ntro. Señor Jesucristo: Este fundó la Iglesia; aquél es escogido para repararla. Así iluminado Fran::isco por el Divino Maestro, formó un plan de vida. La vida de Jesucristo está descrita en el santo Evangelio; éste será, pues, la norma y la regla de su vida y la de todos los que quieran seguirle: "La Regla y vida de los Frailes Menores es ésta: guardar el santo Evangelio de Ntro. Señor Jesucristo, viviendo en obediencia, en pobreza y castidad". Como Jesucristo, reunió primero doce compañeros; hasta no faltó entre ellos un Judas, que apostató y se ahorcó. Dijo Jesucristo: "El Hijo del hombre no tiene una piedra sobre que reposar su cabeza"; y Francisco, para imitarlo por completo, no quiere que nadie en su Orden, ni la Orden en– tera tenga propiedad ni siquiera sobre una piedra. Su pensamiento, su corazón estaban siempre en Jesús; no tenía otra aspiración que hacerse enteramente semejante a El. Lo consiguió, y en tanto grado que Jesucristo quiso grabar - 10-
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