BCCCAP00000000000000000000196

Jes eutiquianos y nestorianos. Pero la Propaganda, sabedora de lo que ocurría en Egip– to, no juzgó oportuno dejar a los sacerdotes católicos cele– brar ni predicar en las iglesias no católicas. Entonces nues– tros dos misioneros, PP. Agatángel y Casiano, se animaron a entrar más adentro en el corazón de Africa, y remontando el Nilo, se dirigieron a Etiopía, de donde en tiempos pasados habían sido lanzados los sacerdotes portugueses, y no había ya misioneros de la Fe Católica Romana. Después· de un viaje muy accidentado de dos meses, y de fatigas de todo género, llegaron a las fronteras de Etiopía. Entrado que hubieron en aquel país, se hicieron sospechoso"', v se los declaró prisioneros; todo esto por secretos manejos de los jefes de los cismáticos, y se les atan las manos con duras cadenas, que hacen decir al P. Casiano: "He aquí las precio– sas joyas, que hemos venido a buscar". Medio desnudos, y con un pedazo de pan, se les arrojó en una infecta prisión. De allí se lrs trasladó a la prisión de Gondar, haciéncl.olos andar a pie, medio muertos como estaban de fati¡rn y de ham– bre, atados a las colas de los caballos, una marcha de veinti– cinco días. La prisión de Gondar no era menos dura que la que aca– haban de dejar, pero tuvieron en ella un consuelo: desde una ventana de la misma el P. Casiano predicaba y catequizaba al pueblo, lo que les valió a los valerosos confesores de la fe, ser trasladados a una nueva prisión subterránea, húmeda, sin luz, donde ellos se hallaban como en un sepulcro. Son acusados ante el Negus, Emperador de Etiopía, como hombres peligrosos, enemigos de la religión nacional, traido– res al Patriarca (cismático) de Alejandría, dignos del último suplicio. El Negus les reprocha además el haber violado el edicto de proscripción dado contra los católicos. El pueblo los insulta, y sé burla de el.los. Sin más procesamiento se ha lle– gado al fin del juicio. La sentencia es breve: van a ser ahorcados. Se los con– duce, pues, al lugar de la ejecución. Ellos van rezando con toda devoción el Credo, y encomendando con fervor su alma - 78 -

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz