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pendenciero, siempre dispuesto a la lucha. Había aprendido a manejar la espada, y muy fuerte y muy hábil en .el esport, sentía especial gusto en provocar a sus Jovenes compañeros para. saborear el placer del triunfo y de la superioridad so– bre ellos. Por lo demás Felbe Latini era un buen muchacho; no podía ver un pobre sin · largarle una pequeña limosna; y solía salir por las tardes a los caminos por do venían del campo los trabajadores, para :lefenderlos de cualquier agravio que se pudiese intentar contra cualquiera de ellos. Conservaba cierta piedad, que desde niño le habían inculcado sus piado– sos padres, y se le veía ::on frecuencia .ir a arrodillarse y orar al pie de un crucifijo que se veneraba en los alrededores del pueblo. Nunca se habló de ningún lance menos honesto. Todo parece indicar que su juventud fué pura, y su conducta regular. Pero he aquí su gran pecado, para el' que no tendrá nunca lágrimas bastantes, y que expiará durante toda su vida. Envi– diosqs y disgustados su:;, compañeros, le armaron un lazo, y uno de ellos lo desafió a un duelo. Felipe se resistió un tanto, hasta que, tratado de cooarde y de vil zapatero, se indignó y aceptó la pelea. A los pocos minutos de lucha el contrario cayó en tierra gravemente herido. Felipe aterrado ante su hecho, y tal vez compadecido ya de su enemigo, huyó y anduvo pró– fugo de acá para allá no largo tiempo, triste y desconsolado, y pensando a qué peligros de alma y cuerpo le exponía la vida que llevaba. Impetrado el permiso necesario, se dirigió a Caltanissetta, y vencidas las dificultade:s propias del caso, se le abrieron allí las puertas del Noviciado de los Capuchinos, donde bajo el nuevo nombre de Fr. Bernardo, se convirtió también en un hombre -enteramente nuevo. Su historia en el claustro no es más que la de sus espan– tosas e increíbles maceraciones, a la-s- cuales se entrega él con el mérito de• la obediencia, para debilitar la carne y para ex- - ... piar su crimen. En una celdita estrecna y pobre, que no tiene más adorno que una imagen de la Virgen Sma., vive como un recluso pa– sando las horas de la noche en oración. Gusta de expansionar -56-