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Dios. La pequeña pue:ta se abre; Jesús está allí revestido de ornamentos sacerdotales, llevando el copón, y con sus manos da la comunión a su humilde sierva; aquel día lo pas5 ella en un éxtasis de accion de gracias. Los dolores que ella sufría en todo su cuerpo, eran los de la flagelación. Van a seguirse los de la coronación de espi– nas, Era el 4 de abril de 1694. Durante un éxtasis ve a Jesús acercérsele, coronada ó.e espinas la cabeza, dolorido y ensan– grentado. "j Oh Esposo mío, exclama, dadme esas espinas; a mí me corresponden, porque las merezco, no a Vos, que sois inocente". Sí, amada mía, vengo a regalártelas y coronarte con ellas". Al contacto de las espinas, Verónica sintió un dolor tal, qú~, como lo declar ó después, nunca lo había ' sentido. Es– te dolor iba a perseverar añadido a todos los que ya la abru– maban. Lo sentía sobre todo en los viernes, y sus hermanas las Religiosas pudieron notar algunas veces en su frente se– ñales exteriores de esa coronación. Faltaba la crucifix1ón. Esta se produjo, como en San Fran– cisco, por la impresión de las llagas en las manos y en los pies, bien que no apares iesen al exterior. Y por fin una noche, de Navidad tuvo lugar la transverberación del corazón . Apa– reciéndosele Jesús Niño, llevando en sus manos una varita de oro, que terminaba en punta de lanza, se la hundió en su costado, corriendo la sangre en abundancia. Los ángeles podían cantar entonces: · "Llegado han los días de la boda del Cor dero, y su esposa está ya preparada" . Fué en el día de Pascua de 1694, cuando tuvieron lugat estos celestes desposorios. Jesús se le apareció en un trono de gloria,. y puso en su dedo un anillo misterioso, que vino a ha.cerse sensible algunas veces, ~- que muchas religiosas pudieron verlo. Este favor no fué una pura formalidad, ni tampoco un sím– bolo. El marcó verdaderamente un progreso inmenso de perfec– ción en su vida, ya tan celestial y divina. ¿ Qué faltaba a estos favores tan divinos? He aquí la coronación. El día de Pascua :le 1698, Jesús le arrebató el corazón del pecho, y le preguntó por tres veces: "De quién es este - 54 -

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