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que hiciese en vida ningún milagro, como queriendo mostrar el Señor que se puede ser santo con santidad digna de ser elevado a los altares sin hacer milagros en vida; pero los hizo después de su muerte, y comprobados competentemente, lo declaró Beato el Sumo Pontífice Pío XI el año 1930; y obrados nuevos milagros, el mismo Sumo Pontífice, cuatro años después, lo elevó al catálogo de los Santos. 13. . SANTA VERONICA DE JULIANIS. CAPUCHINA (1660 - 1727) He aquí sin duda alguna la más extraordinaria de las Santas de la Orden Franciscana y aún tal vez de la Iglesia toda. En ella se encuentran r-eunidas y sobrepujadas todas las maravillas, que admiramos en las otras Santas: Catalina, Teresa de Jesús, María Magdalena de Pazzis; en ella brillan los dones más extraordinarios, los más raros, los más precio– sos de la gracia; en ella se consuma la semejanza más perfec– ta con el Llagado de Alvernia; ¿ qué digo? en ella se com– pleta de una manera inefable, única en los fastos de la Igle– sia, la Pasión misma de N. S. Jesucristo. Estas gracias y estos milagros tuvieron principio en ella desde su más tierna infancia. Ursula Juliani, así se la llamó en su bautismo; nació el 27 de diciembre de 1660 en Mercatello, en el ducado de Ur– bino; no tenía más que tres años y era ya toda de Jesús. Era su mayor delicia el contemplarlo en la iglesia en los brazos de su Madre, y adornar con flores su altar, y rezarle con toda su alma. Recogiendo un día flores en µn huerto próximo a la igle– sia, apareció de repente un niñito hermosísimo, que le sonrió y le dijo: "Yo, yo soy la más bella flor''. Ursula lo reconoció al instante, y se precipitó hacia él para tomarlo en sus brazos y besarlo ... pero la visión desapareció. Otro día en la iglesia se animó una estatuta de María que se veneraba en un altar. María desciende de su trono, y pone en brazos de la jo– ven a su Jesús; luego exhala un suspiro y les dice: "Hijos - so -

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