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-diente del cuello una medalla de la Santísima Virgen, que no era ·otra cosa que un pedazo de vajilla rota, cuyas cortantes extre– midase y agudas asperezas le martiri~aban . el pechos '.'Cuanto más crucifique mi cuerpo -decía- más bien hago a mi alma''. A un Superior que manifestó temores de que muriese bajo el peso de tantas ·alsteridades, le contestó sonriente: "¡Ah! ¡so– berbio negocio! Si yo muriera, habría un pecador menos en la tierra; a eso se reduce todo". ¿ Qué emnleo confiarle a este Hermano? -se decían los ·superiores-. En la portería él edificará mucho con su modestia y piedad profunda, pero será pródigo con los pobres v asolará el huerto. Se le repróchaba eso, y él contestaba sonriente, que la ·pr~ idencia paga muy bien las limosnas que se hacen a los pobres. Y quedó así demostrado en efecto; porque el huerto nunca había sido tan fecundo , ni jamás como entonces se ha– bían visto en él tan multiplicadas las legumbres y hortalizas. Fué también limosnero por los pueblos de la campaña, y -compañero de Padres predicadores, oficios en que daba a su ·celo libre- expansión, edificando al prójimo y procurando la gloria de Dios. En cierta ocasión en la catedral de Ascoli durante un ser– món del Padre Pablo de Cesena, que había de llegar a ser Ge– neral de la Orden, se econtraban dos fracciones enemigas, que ·se odiaban mortalmente. Se miran, se enciende su sangre, ti– ran de sus armas, v se acometen. Fray Serafín, intrépido, se 1anza en medio de ellos para impedir la profanación del lugar ·santo y separar a los combatientes; es herido. derribado en tierra, pisoteado; él no hace más que implorar la misericordia de Dios. Ante sus tiernos acentos, los furiosos se detienen, in– dinan la cabeza mostrando arrepentimiento; salen de la igle– ·sia; mientras el predicador, unos momentos interrumpido por 1a contienda, puede continuar su sermón. En sus correrías por la campaña, procuraba, permitiéndo– cselo la obediencia, desviarse rara visitar los santuarios de la 'Santísima Virgen. Una vez, en .Loreto, !Jermaneció catorce horas seguidas en oración en la capilla del Santuario. Otra vez en Communau:ra, viendo la imagen cubierta de :polvo, se apresta a hacer de sacristán. Sube al altar, y mientras - 44-
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