BCCCAP00000000000000000000196

.. ' carse a medias, sino para ser un gran santo. Así que desde el prjncipio de su vida religiosa adoptó un programa cuya lectura causa asombro y estremecimientos: ayunos a pan y agua, casi todo el año; sueño en pequeñas dosis; disciplinas - y cilicios hasta cubrirse de sangre. Cuando el pobre cuerpo parecía iniciar una protesta, él se la hacía tragar a fuerza de azotes, diciéndole: "Cocea, hermano asno, cocea; rebuz– na y patale"a". Ordenado de sacerdote, comenzó sus excursiones evangé– licas en Italia, alternando sus sermones con la oración, y el bullicio de las ciudades con la soledad del claustro_ Tenía el apostolado del Padre José un aspecto singular– mente simpático y eficaz: era la fuerza irresistible de su ca– ridad. Un día encuentra a un pobre mendigo, viejo y mori– bundo, abandonado a la vera del camino; lo carga sobre sus espaldas, atraviesa la ciudad entre la admiración de sus habi– tantes, y llega al convento, donde cuida al infeliz con exquisi– ta delicadeza. Otro día halla a una viuda desvalida, rodeada de sus hijos hambrientos: el Padre José corre a buscar alguna cosa para acallar el hambre de aquella familia; toma un pu– ñado de legumbres, les siembra en el huerto del convento, y las bendice; a los pocos momentos brotan las plantas, crecen, se multiplican prodigiosamente, y el Santo lleva una abun– dante cosecha, que basta para alimentar a la pobre familia durante muchos días. ¿ Quién puede resistir a la palabra de un apóstol, que acompaña su apostolado con tales prodigios de caridad? Pocos misioneros ha conocido Italia tan populares como éste. Pero el Padre José sentía dentro de sí una aspiración , · sublime, sostenida por dos pensamientos también sublimes: "'predicar el Evangelio a los infieles, y dar su vida por Jesu– cristo. Pidiólo con insistencia a los Superiores, y aunque éstos al· principio. se resistieron a otorgárselo, atendido el bien in– menso que estaba haciendo en Italia, por fin le concedieron lo que deseaba, para Constantinopla_ Milagros obrados por él durante el viaje, - una tempes– tad calmada, el pan multiplicado por su bendición- mostra– ban ya lo que sería aquel misionero, del cual el mismo cielo -30 -

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz