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5. - SAN BUENAVENTURA, DOCTOR SERAFICO (1221 - 1274) Es una gloria_grande de la - Orden Franciscana el Será– fico Doctor San Buenaventura. De muy pequeño tuvieron principio sus relaciones con la Orden Franciscana. Era un niñito muy pequeño y con una grave enfermedad. Su madre lo presentó a San Francisco, rogándole que se lo bendijera y le devolviera la salud. San Francisco lo tomó en sus brazos con cariño, levantó sus ojo~ al cielo y lo bendijo; y luego, dirigiendo como una mirada al porvenir, exclamó: j Bona ventura! y se lo devolvió a su madre enteramente sano. Cuando contaba 22 años de edad ingresó en la Orden Seráfica. Terminado el año de noviciado, y hecha su profesión religiosa, fué enviado a París para perfeccionar sus estudios. Su maestro, el célebre doctor Alejandro de Hales, penetró muy pronto su singular talento y la inocencia de su vida, afirman– do que parecía no haber pecado en Adán. Su composb!ra y trato exterior eran verdaderamente angelicales; y sus progre– sos en las ciencias, tan admirables y profundos, que a la muerte de su maestro fué nombrado su sucesor en la direc– ción de la escuela teológica de la Orden, en París, aun cuan– do sólo contaba 27 años de edad. Cumplió tan difícil oficio con tal perfección, que ha sido considerado como uno de los más sabios maestros de aquella celebérrima Universidad, en la Edad Media. Pero su ciencia divina no iluminó sólo su inteligencia sino que inflamó su corazón, y más que de los libros de estu– dio la adquirió del Divino Maestro. Visitándole un día en su celda su entrañable amigo Santo Tomás de Aquino y pre– guntándole de dónde sacaba esos conocimientos tan profun– dos, tan elevados y tan concluyentes, Buenaventura le con– testó, mostrándole con el dedo el Crucifijo que tenía en su mesa de estudio: "De ahí saco todo lo que sé; ése es mi Libro de estudio". Y si era reconocido por muy sabio, aun se le reconocía más por un santo. Su corazón era un horno ardiente de amor, - 18 -

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