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de fiebres y de delirios. De tanto cantar leyendas se le han quedado vacíos los rojos labios, las venas, las sienes... secos los ríos. Sus manos blancas, delgadas, sus dedos como cuchillos para cortarse en la frente los sueños que le han nacido... Y está enfermo recostado en las sábanas de lino. Ya está lejos de la vega. Con sus blancos potros fríos se marchó el postrer invierno. Se han quedado los caminos con las espuelas de plata y engalanados de trinos. Francisco tiene este abril otros ojos y otro estilo para mirar la campiña y soñar por los cammos. 40

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