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l. 3. Fase depresiva del P. Llevaneras Se lee en los apuntes retrospectivos y anónimos del P. Eusebio de Echa– lar (la letra lo denuncia): "Esta contrariedad humilló mucho y abatió al P. Lle– vaneras, cuya salud se resintió del disgusto y sufrió cierta penumbra mental"... A causa de su neurastenia, hizo el P. Llevaneras una prolongada ausencia de Lecároz. El P. Javier desempeñó el oficio de Prefecto del Colegio 136 , mientras el P. Joaquín se serenaba en Mallorca. Este P. Javier era de una extraordinaria sensibilidad musical, literaria y social y un tanto medroso por su misma finura psicológica. Apenas profeso simple, se le destina al colegio de Lecároz, en don– de permanece hasta el año 1898 como principal maestro de música; por el mes de mayo de 1902 escribe al P. General que le envíe obediencia para Navarra, su provincia de origen, porque entre Lecároz (D.N.) y Madrid habían pertur– bado su espíritu y le tenían alejado de los estudios. Se le responde, en la misma lengua, el francés, en que tan deliciosamente se había expresado, que acepte aquella cruz, porque su superior estaba muy con– tento de su servicio. Quien en hecho de verdad perturbaba su espíritu, según confesión propia, fueron aquellas damas tan encopetadas, incluso camareras de la Reina, y aquellos nobles patricios, que se le acercaban al confesionario, y cuya sola presencia le hacía temblar. Permaneció en el convento de Medinaceli, salvo paréntesis, desde el año 1898 al 20 de agosto de 1904, en que se reintegra a la comunidad lecarocense. El 21 de octubre de 1902, se presenta en Lecároz; interviene en las fiestas de tabla con su recamada oratoria y al cabo de meses regresa al convento de Medinaceli (Madrid), desde donde vuelve a suplicar al P. General que le incar– dine perpetuamente al D.N., porque nunca podrá pagar lo que en profesores (de alemán y de música) y en libros de griego, inglés y alemán ha gastado el P. Llevaneras, que, además, albergó y educó gratuitamente en Lecároz a dos de sus hermanos. A mayor abundamiento, ha podido comprobar que, aunque se le estima en Navarra, no podrá congeniar con religiosos de formación tan dis– tinta y tan distante como la que se recibe en el D.N. Entre su carta de 3 de septiembre de 1903 y la de 19 de julio de 1904 debió de atravesarse la petición del P. Llevaneras, acorde con otra que le hizo el propio interesado, para que se le destinase a la misión de Filipinas, por el buen servicio que podía prestar con su dominio del habla inglesa. Podría acom– pañarle fray Diego de Sengáriz, religioso activo y de salud robusta. Adirma el P. Echalar que un telegrama del P. General les hizo regresar al D.N. desde Bar– celona. Este detalle último no he podido confirmar; pero que hubo negativa y enojo del P. Llevaneras está comprobado. En carta escrita el 14 de mayo de 1904, en la misma Ciudad Eterna, al padre procurador y comisario general de la Orden, manifiesta su indignación contra una presunta injerencia del defini– dor general, P. Angel de Villava, en la anulación de las dos obediencias por él solicitadas 137 . Es la contrariedad a que alude el P. Echalar. 136. ACL, Libro de Defunciones, p. 74: " Para que se aliviase procuraron distraerle y le llevaron a Mallorca. El P. Javier volvió a Lecároz y durante la prolongada ausencia del P. Joa– quín, gobernó el Colegio". 137. Fr. Joaquín M' de Llevaneras al Rdmo. P. procurador y comisario general de la Or– den; Roma, 14 de mayo de 1904: AG, G-62, Procura. 94

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