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gubia ni pincel, montó un taller d/ escultura y un salón de dibujo, bien dotado de mobiliario pertinente y de modelos clásicos en escayola, que no olvidará fray Antonio de Vera en su destino castellano. No es del caso alambicar la etopeya del Rdmo. P. Joaquín Mª de Llevaneras. Prefiero el resalte de los rasgos más característicos. Por el mes de octubre de 1911 llegó a Roma, en misión confidencial, el ilustre político, D. Francisco Cambó. Su amigo Canalejas, presidente del Go– bierno, alarmado por la reacción de la mujer española contra sus desplantes an– ticlericales, deseaba sondear, por tumo de amistad y no de embajada diplomá– tica, el ambiente vaticano, con sin~era voluntad de concordia. Brazo derecho de Pío X se consideraba el cardenal Vives y Tutó, Prefecto de las Congregacio– nes, admirado y bienquisto del patricio catalán, su paisano. Con el cardenal Vi– ves, "el P. Joaquín, un capuchino inteligente, travieso, despierto, que, amparán– dose en el inmenso prestigio que tenía su hermano, actuaba en Roma con una audacia y una imprudencia extraordinarias" 1 º 2 • Brujuleaba el Rdmo. P. Joaquín de Llevaneras por la Ciudad Eterna des– de que, en abril de 1908, traspasó el Colegio de Lecároz a la provincia capu– china de NCA. Pero desde muchos años antes, por lo menos desde 1884, la sombra de San Pedro le venía dando cobijo, hasta hacer del hierático protocolo respetuosa y familiar pleitesía. Si por simple deferencia recurrió a su hermano para concertar la entrevista de Cambó con S. S. el Papa, se bastó solo para con– ducirle en el ascensor privado a la antesala ("Yo me resistí tanto como me fue posible, pero tuve que ceder ante la audacia de aquel fraile forzudo y tenaz") y anteponerle a todos cuantos estaban a la espera. Aquel santo pontífice, Pío X, le había reservado un alojamiento privile– giado en Vía Sardegna, 40; le había manifestado reiteradas veces y con abun– dancia de bendiciones apostólicas su agradecimiento, por los miles de liras re– caudados para la campaña de la "Preservación de la Fe en Roma", encomen– dada a una comisión cardenalicia, de la cual le hizo "Consultor" cuando, libre del Colegio de Lecároz, se quedaba en expectativa de destino. "¡Vamos, que me perdonen -escribe a D. Melitón lturria- pero también fue ocurrencia la de estos Exmos. Sres. (Cardenales) pedirme unánimemente al Santo Padre, para tan delicado cargo!" 103 . No son raras las audiencias privadas por iniciativa del propio Romano Pontífice. Algunas de ellas, como la del 31 de agosto de 1911, "dentro de la misma habitación íntima" 1 º 4 • Pasa la Nochebuena de este mismo año con la fa– milia real. S. M. Alfonso XIII le confía, mediante el conde de Grave (D. Juan Loriga, Herrera-Doria) una clave de seudónimos, en que el papa es Pedro, el rey Clavería, el presidente del Consejo (Canalejas) Judas, etc., destinada a su correspondencia reservada sobre la situación político religiosa en España. Des– de su regreso a Roma parece menudean sus conversaciones sobre el particular 102. FRANCISCO CAMBO, MEMORIAS, 1876-1936. Alianza Editorial, (Madrid, 1987) p. 199. Fecha del viaje de Cambó y calificación de la respuesta del cardenal Merry del Val, en JESUS PABON, Cambó 1876-1918 (vol. I de su biografia). Edt. Alpha, Barcelona (1952), p. 386. 103. Roma, 26 de abril de 1908. A. P. I., Elizondo. 104. P. Joaquín M' de Llevaneras al P. Bernardo de Artica; Roma, 19 y 31 de agosto de 1911: ACL, K-27. 76
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