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algunos capítulos de la Regla Seráfica, con notable perturbación de los espíritus y poca edificación de los bienhechores". En carta al propio Llevaneras le había ya escrito que no se le dio el poder y jurisdicción "ad destructionem, sed ad aedificationem". Y en la que escribe al P. General añade, "inflamado a mi pa– recer en el fuego del amor divino", que prohíba al P. Llevaneras "esa constante petición de dinero en grandes cantidades, abusando injustamente de muy bue– nos bienhechores". Interpretó Llevaneras aquel desfogue (que leyó original) como reacción de "religioso de mal espíritu" y no dudó en recomendar su petición de ser in– cardinado a la provincia capuchina de Navarra-Aragón 87 • Al P. Gil del Campo (de los de Montehano) que considera a sus superio– res, "lobos que no hacen otra cosa que trabajar por el demonio", en cuyas garras caerán los novicios por su vida relajada, sin celo por la observancia, en un ambiente "tan repugnante con la humildad de Jesús Crucificado, es decir, de pobreza", se procura frenar desde Roma en sus exageradas apreciaciones y se le propone que, si no está contento, acuda a la benevolencia de otros supe– riores de cualquiera de las provincias 88 • Desde El Pardo piden traslado de provincia los hermanos legos Fr. Cris– tóbal de Alfara, Fr. Esteban de Buxí y Fr. Otón de Navarniz, el cual ruega al P. General que no se olvide de que "aquí tiene algunos religiosos que no tienen otro Padre que V. Rma. y que desean salir de tanta opresión y tanta injusticia". Pocos meses después, el P. Ramón de Estella manifiesta desde Lecároz su de– seo de incorporarse a la provincia de Navarra (ya separada de Cataluña) para vivir en paz y en servicio de la Orden; porque no se entiende con el P. Llevaneras 89 • No todo procedió de celo por la observancia regular. Hubo quien se mo– lestó por un personalismo presuntamente exagerado de este padre superior. Has– ta el P. Bernardo de Azpilcueta, sufrido y mesurado por naturaleza, se juzga en la necesidad de sincerarse con el P. General, contra el proceder del rector Llevaneras; porque no solamente no salió en su defensa cuando le motejaron sus alumnos y vigilados, sino que, cuando, al regresar de una de sus frecuentes ausencias, se enteró de que había soltado un bofetón a un muchacho por el mote de las pampas que le espetó en público recreo, le obligó a disculparse ante el colegial, al cabo de un mes de lo sucedido; y le amenazó incluso con expul– sarle del Colegio. El P. Bernardo, profeso solemne, estaba a cuatro meses de su ordenación sacerdotal. Consulta cuál deberá ser su táctica en casos semejan– tes y le suplica que trasmita la respuesta mediante el padre vicario, su confesor, 87. Regreso feliz de P. Artajona a Lecároz, comunicado en carta Llevaneras-Andermatt, Madrid 26 de mayo de 1897. Desengaño del P. Saturnino y petición de traslado a la provincia capuchina de Navarra-Aragón, con destino en Pamplona, en cartas del mismo al P. General, des– de El Pardo 5 de junio y Madrid 8 de septiembre de 1898; refrendo gustoso de Llevaneras en comunicación de 22 de septiembre del mismo año: Roma, AG, G-62. Distrito Nullius.-P. Satur– nino de Artajona profesó a los 41 años de edad en el convento capuchino de Bayona, el 24 de agosto de 1876. 88. P. Gil M' del Campo al Mn. Gral., P. Andermatt; Lecároz 5 de enero de 1897 (dos cartas). Respuesta, desde Roma, 19 de enero de 1897: AG, G-62. D. N. 89. El Pardo, 11 de octubre de 1897 y 18 de junio de 1900; P. Ramón de Estella al P. General, Lecároz 7 de agosto de 1900: Roma, AG, G-62, D.N. 68

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