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que N. Señor no sea ofendido en modo alguno. En el juego se despliega libre– mente el natural de los niños ,lo han dicho grandes maestros"... 67 Llevaneras multiplica sus precauciones; parece tener celo del aire. Se re– serva la censura de las publicaciones que puedan llegar a sus niños seráficos; pretende reservarse hasta la explicación de la doctrina cristiana en temas que considera delicados, no tanto por razón de Fe, como de moral específica: y exi– ge de sus vigilantes que ni de día ni de noche les pierdan de vista ni permitan dos en compañía, ni siquiera tres, como no sean distintos generalmente, los que forman grupo. Fray Antonio de Vera está animando los altares de la iglesia capuchina de Basurto con la galería de santas y santos labrados en madera. Recurre al Rdmo. P. General porque desea unas mascarillas de yeso, que hay en Lecároz; y "una figura de mujer en yeso, regalo de un escultor notable y que muy pro– bablemente no se utilizará jamás en aquel Colegio, toda vez que el Rmo. P. Joa– quín es muy impresionable y prefiere que los objetos siquiera de peligro muy remoto para la moralidad de los jóvenes estén bien arrinconados o rotos". Se le responde que se entienda directamente con el propio P. Rector del Colegio, al que competen los asuntos de esta natruraleza 68 • Anexión del Colegio de Lecároz al Distrito Nullius El Rdmo. P. Joaquín de Llevaneras fue acerbamente fustigado desde la curia generalicia del P. Andermatt y desde los mentideros de luengas barbas. No cuajaba en Roma aquella su predilección por el P. Amorebieta; ni encajaba en el espíritu de ciertos restauradores epígonos de la Orden capuchina en Es- · paña su empuje "progresista". Quejas y censuras obligaron al Definitorio Ge– neral a nombrar un visitador extraordinario, que fue justamente el P. José Ca– lasanz de Llevaneras, hermano del ministro provincial de Castilla y rector del Colegio de Lecároz (año 1893). Luego de recorrer las diversas casas y de conversar con sus religiosos, en– trega al P. General un reposado testimonio, que, en las páginas dedicadas al gobierno de Castilla, constituye una apología del Rdmo. P. Joaquín Mª y de su obra. Con pretexto de falso misticismo - alega en sus párrafos 4 y 5- fomen– tado en León por el P. Pablo de Béjar y en Montehano y desde Bayona por un P. Eutimio, se venía atacando duramente la fundación del Colegio de Lecá– roz, como opuesta al espíritu de la Orden capuchina, por su monumentalidad y por su apertura a jóvenes no vocacionales. De ahí la insistencia del P. Joa– quín Mª, al informar a los superiores generales, acerca de la piedad de los alum– nos seráficos y de la regular observancia en los religiosos; panorama que su her– mano visitador releva con nuevos trazos: "LECAROZ. Se non m'inganno, La 67. "Reglamento para el Colegio Seráfico de Lecároz, dispuesto por el P. Llevaneras (sin fecha). Profesores. Vigilantes. lº se levantarán a las 4 los domingos y días festivos a las 5..." Contiene 22 artículos; pero falta el final: ACL-Ha, 24. 68. Bilbao, 28 de junio de 1903, Fr. Antonio de Vera al Rdmo. P. Andermatt; respuesta, Roma 6 de julio de 1903: AG, G-38. 60

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