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mados "trabajos extraordinarios" de corte y apaño de la hierba y corte y arras– tre del helecho, que se consideran "de tanta importancia para esta sant2. casa"; y la descarga de uva, en tiempo de vendimia, elaboración de vinos y conduc– ción a las cubas, circunstancia en que el encargado de las oficinas facilitará a fray Nicolás todos los Hnos. que hubiere menester. Virtus et labor Lema que mandó fijar el P. Llevaneras en el dintel de entrada a la sala general de estudio y que adoptó a manera de troquel pedagógico en la forma– ción de sus colegiales. El mismo año de 1894, en que publicaba un primer pros– pecto, glosaba esa su preocupación en el amplio informe al P. General sobre el "estado del Colegio Seráfico Capuchino de Lecároz"- Se fomentan con especial solicitud la instrucción y las prácticas religiosas: conferencias, charlas, advertencias, reflexiones breves, lecturas piadosas; misa y rosario cada día; ejercicios espirituales a principio de curso; retiro mensual los primeros viernes de mes, en que se dedica función litúrgica especial al Sagrado Corazón de Jesús. "Pónese particular empeño en la instncción religiosa de los alumnos", se lee en el prospecto de 1894. Y no solamente de los alumnos, sino de los religiosos, profesores y hermano~ legos, encargados de su formación. "Por la misericordia de Dios --escribe Joaquín de Llevaneras al P. An– dermatt- no creo se les pueda pedir más a estos buenos religiosos; pues a pe– sar de tener doble trabajo que en los demás Conventos, :_Jara que todo ::narche en orden, difícilmente hallaremos una Comunidad tan numerosa y tan unida en alma, vida y corazón a Dios Ntro. Señor, ni más dispuesta a cumplir las dis– posiciones de los Superiores". Constaba a la sazón de seis religiosos sacerdotes, seis coristas teólogos pro– fesores, veintiún hermanos legos y diez postulantes, también llamados donados. No se omitía ninguno de los actos considerados en la Orden, como de observancia regular. Y el Rdmo. P. Rector no solamente inculcaba la respon– sabilidad del profesorado en cátedra, sino fuera de ella, por el buen ejemplo de su porte exterior, por la total inhibición de trato con los alumnos, fuera de las horas de clase, "para evitar toda familiaridad", y por st:. irrupción inesperada en una aula cualquiera, con el fin de comprobar la seriedad y eficiencia. Cur– saban a la sazón 114 alumnos seráficos, que llegarán a 170 al cruzar el siglo XIX 66 . En la apertura del curso solía observarse el siguiente ceremonial; reuni– dos colegio y profesores en la iglesia, se presenta el Rdmo. con roquete y capa pluvial, entre el diácono y subdiácono: exposición del Santísimo, rosario (reza– do y cantado a partes iguales), recitación del Credo, canto del veni, Creator... y un profesor (en 8 de octubre de 1899 el P. Vicente de Peralta), puestas las manos sobre el evangelio, ponuncia en nombre de todos sus compañeros arro- 66. Relación sobre el estado del Colegio Seráfico Capuchino de LECAROZ bajo la ad– vocación de Nª S' y Madre del Buen Consejo". Consta de los apartaóos A, B, C, D, E, con los enunciados de "Estado personal; Estado económico; Estado disciplinar; Observaciones wbre el porvenir; ¿Cómo vivirá Lecároz?". Firma Fr. Joaquín Mª de Llevaneras, Prov. Cap., desde Le– cároz 8 de Abril, fiesta de la Divina Pastora 1894". La ceremonia de apertura del curso, en CIEZA, "Crónica A bis": ACL. 57
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