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EPILOGO Una simple ojeada al INDICE es suficiente para percatarse del sesgo de los apuntes precedentes. Ni división en capítulos, a modo de compartimentos estancos, ni mera relación cronológic2c. Lamento ciertas repeticiones innecesarias y nada me extrañan algunas opi– niones sobre la relativa brevedad de páginas referidas a los más modernrn acon– teceres. He creído más interesante encender candilejas en la oscuridad del pa– sado que entretenerme en dar luz verde al carrusel informa:ivo patente a cual– quier transeúnte. Cordialmente agradezco a todos mis colaboradores: a mi hermano, por la riqueza primorosa de sus atisbos de la expresión colegial en sus artes músicas y en las prácticas de laboratorio; al P. Rector, por su hábil comentario a la con– memoración centenaria; a los archiveros provincial, P. Tarsicio de Azcona, y local, P. Rufino Carballo, superior de la fraternidad lecarocense, por su buen hacer; al P. Serafín Arbizu, por su fichero de las revistas "Lecároz" y '·Madre del Buen Consejo"; al P. José Antonio Lasa, por su competencia en las Artes Gráficas, puesta a contribución; a la gentil secretaria de los ex colegiales, Maite Echenique, por la libre disposición dei material literario (Crónicas colegiales) y gráfico (álbumes); finalmente a todos cuantos han tratado de estimularme a rea– lizar un trabajo, poco agradable en ocasiones. Voto especial de agradecimiento al Archivero General de la Orden, Padre Isidoro de Villapadierna. E.Z. LECAROZ, 15 de junio de 1989 349