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A veces un Irigoyen suplanta a un Iribarren y hasta a un Gamio, como en el de D. Joaquín, presbítero de Ciga. La mayor confusión se origina, sin em– bargo, de la diferente unídad monetaria: en la que pudiera considerarse lista ofi– cial de limosnas, se barajan reales y céntimos; en cambio Fr. Bernardo todo lo resuelve en pesetas. Por ejemplo en "Limosnas para el Convento-Colegio de los PP. Capuchinos de Lecároz" (lista al menos serníoficial), se anotan los días 9 y 11 de mayo de 1888, 2.000 + 200 reales, doQ.ados por Miguel Echeverría, párroco de Berroeta, y su hermano José, coadjutor; en cambio Fr. Bernardo les atribuye 3.000 pesetas, es decir 12.000 reales. Cierto que la precitada lista se cierra el 7 de septiembre de 1889 y el limosnero de Zugarramurdi continuó muchos otros años ejerciendo de mendicante por el Valle de Baztán, que fue por el momento el bienhechor más eficaz, de nombre conocido, en competencia con la duquesa de Pastrana, y con la Exma. D" Rosa Rodríguez Vahamonde. El pueblo de Lecároz, que construyó para el efecto una calera valor~da en 15 onzas, entregó a lo largo de las campañas 350 cuezos de cal; el amo de Arosteguía, 80; los Iturria de Elizondo, 100; D. Salvador Bergara, 80, valora– dos en 400 pesetas; el maestro carpintero, Antonío Tomasena de Irurita, costeó una de las campanas de la torre. Vecinos de los pueblos rivalizaron en generosidad, con sus párrocos y coadjutores, desde los 4 reales del monaguillo Evaristo Plaza (P. Evaristo de Lecároz) y la onza ("soldada de todo un año") de la serora de Almándoz, a las fuertes aportaciones de los Plaza y Zaldarriaga de Lecároz y los Iturria y Cor– tea de Elizondo. Opino que ni las cifras que da Fr. Bernardo, con superar en tercio y en quinto a las de la lista "Limosnas para el Convento-Colegio" son exactas, porque nadie llegaba a saber, por ejemplo (salvo excepción) quién ni cuánto remediaba los aprerníos del Rdmo. fundador, por giro postal o por en– trega en mano. Hubo quien se suscribió por una cantidad mensual, como el pue– blo de Irurita (88 rs., más otros 2.000 fuera de suscripción, en julio del 88) y D. M. Machintoa de Elizondo (80 rs.); la primera colecta del cepillo o "caja petitoria" parroquial de Lecároz fue de 153 reales (25 de marzo de 1889) y la segunda, de 144,59 (19 de mayo). Hasta donde llegó a conocimiento de Fr. Benardo, D. Manuel Iturria (Eli– zondo) había entregado en metálico, al P. Llevaneras, 20.000 pesetas, la mitad de ellas al convertir en donación, por consejo de familia, el préstamo anticipa– do que se le había hecho para saldar su deuda con el contratista de la piedra, D. Guillermo Goyeneche de Elvetea. D. Melitón Iturria, hijo de D. Manuel, sabrá hacer honor al apellido. El presbítero D. Martín Erasun dejó, en su retiro de Saldías, un legado de 16.000 pesetas; Dª Bruna Plaza, hermana de D. Joa– quín Plaza, maestro de Lecároz, entr~gó, en varias partidas, 15.000; D. Joaquín, 7.500; más que otro tanto, D. Miguel Plaza, Pbro., con su madre; y 2.500 pe– setas D. Venancio, hermano de D. Joaquín; el doble, Dª Marcela Zaldarriaga de Lecároz y unas 1.500 (no consignadas por Fr. Bernardo) su hermano pbro., D . Miguel Manuel Zaldarriaga; 10.000, Dª Anunciación Barberena, de Elizon– do; 1.000 el farmacéutico Argain; 5.000 Dª Agapita Iribarren, de Irurita; 2.100 el maestro carpintero, D. Antonio Tomasena; 5.000 una señorita de Urdax, de apellido Mihura, al ingresar en las religiosas clarisas de Arizcun ; 200 reales su capellán y monjas, más otros 320 la abadesa de dicho convento; D. Angel Eche– níque de Urdax (padre del P. Calasanz) "bienhechor insigne", importantes re- 30

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