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gial; y en todo caso, su cronista. Aquellas horas de convivencia, desde la misa de las 11 (porque había de ser en fiesta de guardar) hasta la hora del cine o del teatro (porque rara vez se presentaron sin números de entretenimien:o) bien creo habrán de entenderse como manifestaciones de gratitud querenciosa al Co– legio y a sus colegiados. Y aun hoy, cuando en los centros de los Consejos Me– nores programan su reunión, no puede faltar quien rep:-esente a su pnfesora– do, del que tal vez solamente queda el recuerdo, en la mayor parte de les casos. No es razonable construir el presente con añoranzas. El internado ha per– dido su carácter familiar, casi monástico. Ni vivimos bajo el mismo techo, ni respiramos un mismo ambiente, ni se intercambian las toses y los pasos claus– trales, ni se confunde nuestro calendario semanal. Los week-end cambiaron de signo; y la brújula, de polo magnético. Que la estela vigorosa de Faustino Aizkorbe, levantada al borde del Jar– dín Botánico, presagie la pervivencia, al menos afectiva y mutua, de cuantos ha– béis recibido la huella "Lecároz". Inquietud Cultural Capítulo esplendente de la Historia del Colegio de Lecároz, del c_ue ape– nas haré esbozo (la falta de tiempo me corroe) es el de la continua efervescen– cia de su ambiente cultural. Músicos ilustres, que se mencionan en correspon– diente palco, cultivadores exquisitos de la lengua euskara y de la lengua caste– llana, como los Hnos. Olazarán; autores de la "Euskal-Irakaspidea", traducto– res tan pulcros de obras alemanas, como el P. Jorge de Riezu, y francesas, como el P. Victoriano de Larráinzar; filólogos como los PP. Polricarpo de Iráizoz y Elías de Labiano; estilistas como el P. Calasanz de Urdax; estudiosos de len– guas extranjeras, entre los que se cuentan casi todo los profesores del tiempo pasado y varios del presente; investigadores y publicistas, como los PP. Ger– mán de Pamplona y Miguel de Alzo, a los que bien puede añadirse la actual generación no menos representativa por sus publicaciones en revistas depen– dientes del CSIC o de alguna de las Reales Academias. Es mérito y causa de satisfacción la lucha contra la inercia hija de la mo– notonía; pero es sacrificio y no holganza desprenderse de la apacibilid:c.d bucó– lica, que inspirará al músico y al poeta, pero no sacudirá el polvo de los archivos. Acerca de la superproducción del P. Jorge de Riezu(super en calidad y en cantidad) se reprodujo en el Boletín de A.A.A. de Lecároz la nota exhaus– tiva publicada en la revista MBC, 92 (mayo 1985) por el P. Inocencio, cuando la "Eusko-Ikaskuntza" le hizo acreedor al premio "Manuel Lecuona". De la valiosísima historiografía del P. Germán de Pamplona (Colegiado Distinguido del Distrito Uníversitario de Zaragoza) destaca su "Iconografía de la Santísima Trinidad en el Arte Medieval Español", CSIC, Madrid, 1970. El P. Anselmo de Legarda muestra su inclinación por temas eomente– mente literarios. Pueden citarse sus estudios en torno a Tirso de Molina y es– pecialmente su bien ponderada tesis doctoral, "Lo vizcaíno en la literatura cas– tellana", publicada por los Amigos del País, San Sebastián, 1953. Sin dificultad podrá informarse, quien muestre algún interés, respecto de la actual colaboración científico literaria y sus autores de la plantilla lecarocense. 307

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