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obras montadas en cada temporada rondaba la treintena, tal inflación obligaba a reponer e incluso repentizar "algunas son cosecha de un :,ar de días de en– sayo, han llamado mucho la atención de todos, los colegiales se han divertido muchísimo" (carnaval, 1906); no úmpre el resultado fue tan positivo "como no pudieron aprender el 4º acto lo dejaron... " (5-1-09). Desde que el año 1901 el P. Cieza apunta dos obras ··=..,a Justicia del cie– lo" y "El premio gordo" hasta 1916 hemos recogido más de 150 títulos, de los que un tercio, aproximadamente, se recuerdan una sola vez. Predominé el gé– nero cómico, manteniendo varios dramas, número obligado en las grandes fies– tas, "El cuarto mandamiento" (M. Scherofl), "El soldado de San Marcial" (sa– lesianos), El Angel de Piugcerdá (M. Domínguez), "El Príncipe constante" (Cal– derón), "El condenado por desconfiado" (Tirso de Molina), "El Príncipe de Via– na" (Salvador Llanas), "El puñal del godo" (Zorrilla), etc. El género ligero con– taba con un cultivador accesible a los estudiantes, Vital Aza, de quien se _;:¡onían más de diez títulos, siendo muy socorridas "Basta de matemáticas", "Aproba– dos y suspensos", "El autor del crimen", "El padrón municipal" y "Zaragüe– ta" (repuesta alguna vez en obsequio de los srs. Zulaica, pad:-es de fr . José Antº de S.S.). Arniches y Muñoz Seca suplantaron posteriormen:e al santanderino. La galería salesiana (teatro infantil y juvenil) prestó un gran servicio en el que– hacer teatral: docenas de títulos como "El médico o palos" o "Los tres gibosos de Egipto" regocijaron las tardes festivas . No estuvieron ausentes otros humo– ristas, Hnos. Quintero, Parellada, A. Paso, R. Pérez, Onieva, Monje, etc. El Di– rector, P. Manuel de León, pedía nuevos títulos a Antonio Bastinos, Del Amo y Vª De Murillo frecuentemente. Memoria aparte reclama la zarzuela. Más de 20 se ir:terpretaban e:1 estos años, a ellas hay que añadir algunas más en época reciente. Ninguna suscitó tan– to entusiasmo como "Los mendigos" de Busca y Carrasco, que se repuso más de 10 veces. Títulos con gancho fueron "Los carboneros" y "Los dos ciegos" de Barbieri, puesta en escena por los profesores Ignacio de Aldaz, Pedro de Ma– drid, Bernardo de Azpilicueta en el papel de Sr. Flaco y P. Fortunato de S.S. en el de sr. Gordo (5-1-1911), divirtiendo mucho a la concurrencia" ; junto a és– tas otras de A.S. del Valle (Soberbia humillada y El condesito), F. de Alcánta_a (Nabal, Almas en pena, Sueños de Tinin, La Virgen de la ermita), l. Hernández (Artistas en miniatura y El Cautivo cristiano), A. Rubio (El talento y la virtud -muy repetida- y Rancheros), J. Taboada (Día de campo, Pastores y Reyes) y otros despertaron la afición a la música escénica; este apego llevó a perseguir partituras difíciles: "El único arreglo que existe para canto y piano de la za– zuela "La carabina de Ambrosio" es la que tienen en su poder. Con patitura igual han puesto la obra el Orfeón pamplonés y el Círculo jaimista. Sintiendo mucho no poder proporcionarles otra cosa mejor.. ." E. Luna (28-11-1911). Esta prieta actividad escénica y musical exigía distribución de cometidos: pequeños, medianos y mayores actuaban en el escenario, siendo los más menu– dos los que abrían la función . El vigilante de la sección C<).rgaba con la prepa– ración teatral de sus pupilos y, por esta vía, se vieron como directores P. VK:– toriano, Fortunato, Dositeo, Agustín de Estella, Gregorio de Aldaba (obispo de Kansu andando el tiempo) y Emiliano de Andoáin que pasó a ser el director del cuadro escénico durante muchos años; su entusiasmo le 1levó a representar 283 '

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