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Barcelona, en 3.202 pts. mas 640 pts. por el motor, vendiéndose el anterior a Unión Recreativa de Lesaca. El P. Emiliano, contentadizo, da por buerns casi todas las sesiones, mereciendo algunas el calificativo de sosas o feas, y e~ de ex– traordinaria "Maite" y de tono subido "Los dos sargentos". Y con la creciente demanda llegaron las "largas sesiones de cine" y las películas por episodios, "El enigma del silencio, fantástico drama en 1: episo– dios" (J. Beguiristáin, 1920) "El camino de hierro" (15 episodios) y las series Gaumont y Panther y algunas famosas "Quo vadis" que se creía bastante me– jor (P. Emiliano, 1918), y las primeras pegas de la censura porque "r::o eran buenas", "no eran convenientes", "no podían exhibirse las películas que llega– ron". Y Charlot,. multiplicándose en las más diversas situaciones, emigrrnte, en las termas, con el chico... y la pandilla y Nik Carter y Ricardito y Laurel-Hardy amenizaron las tardes de los días festivos y domingos (alternos en los primeros años). J.L. lturralde (1928) comentaba del P. José de Lecároz: "Sirve para sas– tre porque hace cortes a las americanas"; calificativo este un tanto d~spectivo (sobre todo con el subfijo ada) con que los cronistas y cinéfilos sabihondos so– lapaban su propio entusiasmo; y si no venían a tiempo, "la gran desilusión" o "la tarde más aburrida que pueda darse" era la reacción provocada. En 1934 las imágenes parlantes de la pantalla relevaron al P. Hilario de su quehacer, aunque permaneciendo al quite; las primeras sesiones tropezaron con alguna dificultad "por falta de corriente en la central baztandarra", las ria– das (o un tardío estiaje) reiteraban el problema de las voces graves -eél exce– so- casi todos los años, hasta la entrada de lberduero. Y el color revalo::-izó las del Oeste y las policiacas y las musicales. Cada generación rumia títulos para el recuerdo: "Vuelan mis canciones", ''Loca por la música", "La primera esca– pada", "El crimen del expreso", "Siete novias para siete hermanos", "Sclo ante el peligro", "Veinte mil leguas en viaje submarino" (que "como a fray Deme– trio no se le ocurrió tirar de tijera y dejarla modestamente en diez mil leguas, dos veces magnífica"), "El séptimo sello", "El puente", "My fair Lady", "West side story" y tantos títulos y tantas musas que tejieron y entretuvieron sueños y ensueños ligándonos con nuestros predecesores, haciendo más breves las tar– des y menos lluvioso el Baztán. La influencia y aprecio del cine acrecieron en los jóvenes y el color, la panavisión y la pantalla panorámica no dejaron punto de reposo al interés, fir– memente cautivado hasta que los nuevos medios eclipsaron al séptimo arte. Teatro, la historia de la actividad teatral, muy voluminosa en las primeras décadas, aminoró constantemente con la introducción del cine, hasta quedar re– ducida a la mínima expresión. Hasta el año 16, el treatro cumplió la polivalente misión de educar, en– tretener y aquietar el instinto lúdico de las festividades. Mientras los a:umnos celebraron sus vacaciones hiemales en el recinto colegial, el amplio tiempo libre obligó al cultivo de la escena. Efectiva:nente de las 25 funciones de teatro anua– les, diez o doce correspondían a las navidades; algún año llegaron a poner en escena 16 títulos diferentes. Hasta la ~avidad de 1908 la función se tenía des– pués de cenar, concluyendo muy pasada la media noche; en esta fecha se im– puso el horario más austero, comenzando a las 6 de la tarde. Tiempos hábiles para el teatro eran así mismo los carnavales, vacaciones de Pascua y algunos onomásticos, festividades eventuales, visitas, ordenaciones, etc. El núrr:.ero de 281

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