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pósito exageradamente rico para uso doméstico, que, unido a la música para banda e instrumentos, supera lo que pudiera conceptuarse como dotación de un Colegio. No estaban ausentes de los conciertos páginas de Mozart, Beethoven, Shu– bert, Mendelshon, Wagner y otros grandes músicos, pero se frecuentan más otros estilos. Fragmentos o adaptaciones de óperas captaban las preferencias: Ponchielli, Auber, Verdi, Mascagni, Weber, Gounod, Bellini, señorearon los pro– gramas; páginas muy sobadas fueron las de Boildieu, Herold, Suppé, Ofenbach, Tavan, Puccini, Filipucci, Lacome, Pierné, Eilenberg, L. Ganne, E. Gillet, Ha– milton, Wachs, Dellinger, Waldteufel, etc. Entre los autores regionales se trillan Trabadelo, Peña y Goñi, Usandizaga, Eleizgaray, Franco, Donostia, Olazarán y Aramburu. Esta relación no agota el censo, sólo incluye los más frecuentes. El archivo guardaba más de doscientas obras. Hubo actuaciones esmera– damente preparadas "nunca se ha celebrado fiesta tan espléndida en nuestro tea– tro" (14-IV-1914); la orquesta se vio reforzada por varios instrumentistas de Pamplona de los que sólo conocemos el fagot Sr. Fernández. Con ocasión del 25 aniversario se ofreció un recital ambicioso: Gruta de Fingal (Mendelshon), Romanza en fa (Beethoven), Andante de la casación en do (Mozart), En las es– tepas del Asia central (Borodin), Séptima sinfonía (Beethoven) y Tres Preludios del P. Donostia, estrenados en esta fecha. Cuando la orquesta empobreció, la banda adquirió el rango de primer con– junto, aunque su vida fue menos brillante que al convivir con la orquesta. Se hizo cargo de las dianas, adornaba las procesiones y alternaba con el piano en las sesiones de cine, y alguna vez, dio un concierto. Los danzaris vivieron una é:poca ~e esplendor y la banda los acompañaba alternando con las tablas de gimnasia. Los cronistas (estudiantes) no simpatizaron demasiado y les regatearon alabanzas. José Beguiristáin dice en abril (1922) "dos pasacalles los mismos de siempre" y el día de la Patrona añade "diana de Banda (piezas relativamente nuevas teniendo en cuenta que no les hemos oído otra cosa que los pasacalles de marras), Foward step y A una rubia (gavota). El cronista del año 25 deno– mina al P. Hilario "el nuevo mago de la batuta" y nombra los componentes de la banda que acompaña a la gimnasia. Bajos, P. Ignacio y Ardura; cornetín lº, P. Emiliano y Aguirre; cornetín 2º, Eguillor F. y Mallargain; clarinete 1º, P. To– más y Urrizalqui; clarinete 2º, Escudero, Gabarain, Arrechea y Lecároz; flautín, Erquiaga; bombardino, Eguillor J.; onobones, Arambarri J. e Iriondo; trompa, Los Santos; trombón 1º, Saldise; trombón 2º, Miqueo; bombo, Eugui José; tam– bor, Mendía: platillos, Nogués; triángulo, Ezcurra. J. L. Iturralde en su apunte del día de Santa Cecilia (1928) repara: "Es– perábamos que la banda debutase pero está verde aún"; para el festival coreo– gimnástico fue preciso el refuerzo de elementos de Elizondo; apoyo que se rei– tera en los años siguientes aumentando progresivamente hasta ser "ellos los que dan realce al festival que se celebró en los frontones" (P. Emiliano, 1932). Tres años más tarde el festival lo acompaña la banda de Elizondo. Para 1924 se res– taura el conjunto de chistularis del colegio, pero es el conjunto elizondarra el que ameniza el festival. La posterior restauración de la banda en 1951 y la ini– ciación de nuevos grupos como la rondalla sólo produjeron esporádicos deste– llos. La incorporación de poderosa megafonía en los campos de juego (1949) 274

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