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Colegio se afincó, iniciando su estancia con mi concierte y despidiéndose con otro "dado a los médicos y enfermos que pudieron levantarse" el 18 di! sep– tiembre del 36, repetido en el dormitorio para los imposibilitados. Entre las dos fechas un denso relleno de actuaciones: profesor, acompañante, concertis:a, di– rector de banda, etc. Aquí escribió lo mejor de su producción musical, mutil– danzas del Baztán, Baile de la Era de Estella, música para la gimnasia, Done Bartolometan (premiada en el concurso del Orfeón Pamplonés, (1924), el Him– no del Colegio, etc.; el chistu logró rango de primer inst::1.1mento; los danzaris que habían consolidado sus exhibiciones pocos años antes, alcanzaron su máxi– ma cota con el aliento de los hermanos Olazarán, mereciendo ser filmados en mayo del 26 por un profesional polaco; junto con la gimnasia rítmica y acro– bática constituyeron el atractivo de los festivales de la Patrona del Colegi:J,·tra– dición que perduró, con variada fortuna, hasta nuestros días. Música vocal Solemnizar las acciones litúrgicas ha sido pauta irrenunciable del coro; el mismo P. Llevaneras indicaba la misa que se debía interpretar o la participa– ción de la orquesta. En el primer período, coincidente con los cinco primeros lustros, se pro– duce un aluvión de misas cantadas, salves, motetes e intervenciones de orques– ta. La misa cantada de domingos y festividades era costumbre establecida des– de comienzos, hasta que en 1904 se propuso su recorte: '' .. De aquí adelante sólo en las fiestas solemnes y extraordinarias se cantará la misa, los demás do– mingos ordinarios será rezada, según el nuevo reglamento del colegio" (P. Cie– za, 16-IX-04). No parece se cumpliera esta reglamentación de inmediato. Hasta · 1908 se cantan más de 70 misas al año, la mitad aproximadamente a voces mix– tas (profesores y alumnos) con acompañamiento de orquesta, un tercio a voces graves con la orquesta, o el armonium y contrabajo y el resto en gregoriano. A partir de 1909 quedan reducidas a la mitad, salvo error en las acotaciones de los cronistas. En estío predominan las misas cantadas por el profesorado re– forzado por aficionados asiduos u ocasionales como el tenor Isidoro Fagoaga, el barítono Aguirresarobe D. Leandro Lázcoz, Tadeo Vid.a, Gabriel Olaizola y otros, destacando por su frecuencia D. Manuel Irurita, solista de compromiso, hasta su promoción a la canongía y al episcopado. Esta decantación hacia las voces graves la provoca el hecho en continuo crecimiento: "La capilla está muy reducida a causa de haber marchado muchos colegiales a sus casas". '.P. E. 29-VI-07). Correlativo a tal actividad era el repertorio de que disponían, am¡::lio ya en el año 1902. Eslava era quizá el autor más frecuentado, de quien se inter– pretan cuatro misas además del Réquiem. Síguele en importancia V. Zubiaurre (misas en Do, en La y en Re), otros autores habituales son Castro, Concone, García, Hache, Hernández, Dubois, Gounod, Gorriti, Mercadante, Mocoroa, Trueba y Zabala: 20 partituras en total, que aún no siendo difíciles, exigen una fuerte disciplina para tenerlas a punto. Al año siguiente encc-ntramos otr::,s au– tores y otras misas, dos más de Zubiaurre (una en mi y h:. "grandiosa en sol"), la de V. Arriola, la brillante de Calahorra, la pastorela de Hernández (3 v. i.) la de Laurente de Rillé (4 v. i.) y la Misa Imperial. La renovación continía en los años siguientes: disminuye Eslava, se deja alguna de Zubiaurre por lé. misa en Si bemol del mismo, se incorpora la festiva de Mitterer, la "religiosa" de 269

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