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en 1901; un fragmento de su diario nos revela la actividad musical desarrollada en las Islas: compone gozos, letanías, salves, marchas, etc. A su regreso Yivió 6 años en Lecároz interviniendo como organista y acompañante del violín de Do– nostia. Destaca la figura de Ismael Echazarra, estudiante capuchino en esa fe– cha, impulsor y maestro de otros músicos, P. Nicolás de Tolosa, Tomás de El– duayen, José Antº. de S. S. José Mª de Calahorra, etc. Dice el P. Cieza entre otros elogios que Fr. Ismael de Tudela era "maestro y director de orquesta... excelente y ejemplar religioso...". Retirado en la enfermería en junio de 1902, se le lleva a Panticosa al mes siguiente por consejo del Dr. del Colegio D. Even– cio y un facultativo de Bayona; allí maduró su decisión de no regresar al Cole– gio, si bien continuó su relación musical sobre todo. Durante su estancia en Le– cároz escribió motetes, gozos, etc. asiduamente interpretados; posteriormente fue notable organista de San Vicente de Bilbao. El P. Nicolás de Tolosa mudó su residencia a Barcelona en 1907; años antes hizo sus primeras incursio::ies en la composición, gozando del favor del coro sus obras, especialmente el Stabat Mater; posteriormente pasó temporadas en Lecároz, para atender su precaria salud; su obra es considerable por su calidad y diversidad (inclusive saré.anas), más que por su volumen. El P. Elduayen participó en la docencia de latín y gra– mática castellana desde 1903 hasta su destino a Chile en 1909. Su formación musical enlazó fácilmente con las corrientes modernas vía Wagner (Parsifal so– bre todo) e impresionistas, sirviendo de guía el tratado "Armonía moderna" de Eaglefield; además del armonium, su instrumento favorito, tocaba el violín en su juventud. Después de su retorno visitaba frecuentemente Lecároz, supliendo a los organistas; aquí se retiró al final de su vida; gran parte de su creación per– manece inédita, si bien tal vez haya visto la luz lo más interesante. Cuatr9 años más joven, el P. Donostia convivió con todos los citados. En 1904 sus compo– siciones, casi siempre orquestadas, eran programadas por el coro. Participó pronto como profesor de francés y geografía, música y piano, ayudando a los rezagados en diversas materias con tendencia a centrarse en la música. Su in– flujo parece definitivo sobre todo desde su paso por Silos (1909) (donde tam– bién aspiraron el perfume gregoriano el P. Miguel de Tudela y Tomás de Larráinzar). Salvo el paréntesis de la guerra y los diez años dedicados a~ Insti– tuto Español de Musicología en Barcelona, su vida transcurrió en Lecároz, don– de compuso la mayor parte de sus obras de gran envergadura; la abundante li– teratura sobre él nos releva de extendernos en mas extensos comentarios. El P. José Mª de Calahorra, autor del himno de los Jueves Eucarísticos y org:tnista, que fue muy pronto destinado a El Pardo. Los músicos nominados po::- el P. Cieza en 1905 son P. Tomás de Larráinzar, director del coro, Ignacio de Aldaz, frecuente suplente del director de orquesta y del director del coro e incluso or– ganista, Fr. Fortunato de S. S. Fr. Tomás de Elduayen, Emiliano de Andoáin (años más tarde colaborador del P. Donostia como director de tiples) Juan de Leiza, cantor e instrumentista, José Antº de S. S. De este último y de Fr. Fer– nando Mª de Santiago comenta que " por sus ocupaciones son considerados como vigilantes"; poco después se agregaría P. José de Lesaca, director de or– questa y banda. Aunque no pertenece al "grupo" recordamos aquí al P. Hilario Olazarán de Estella. A Lecároz llegó el 21 de septiembre de 1918 a sustituir "durante algún tiempo en el manejo de los pianos y armonium al R. P. José Antº que va a marchar a Madrid a continuar sus estudios musicales" y en el 267
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