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para utilizar incluso tiempos de recreo "sacrificando hasta sus juegos por la ma– ñana" (P. Emiliano, 1-V-30) práctica que ha perdurado hasta la actualidad. Apenas si podemos rastrear los orígenes de la vida musical. Seguramente entre _ los iniciadores debe contarse a Joaquín Jiménez, oriundo de León, que administró durante muchos años la hospedería que el Colegio poseía junto a la carretera. Músico de regimiento "enseñaba a los chicos a tocar instrumentos de metal" y los reparaba o cuidaba de su reparación; en 1891 se le abonan dos facturas "por componer instrumentos" por la cantidad de 325 reales y 134 res– pectivamente. En el mismo año (21 de septiembre) se adquieren de la casa Li– minaire de Bayona varios instrumentos por valor de 4.590 reales. Quizá haya que mentar a Fr. Cándido de Fustiñana entre los que consolidaron la música instrumental. Carpintero-carrero de oficio, era director de la banda de su pue– blo "y le quedó la afición a la música hasta que le sobrevino la sordera" (Actas de defunción). El P. Javier de Sangüesa entre los puntales incoadores. En 1885 unos 20 muchachos navarros fueron a Montehano. "Algunos de estos mucha– chos sabían música. El día de la Inmaculada cantamos en el coro de los frailes unos motetes a la Virgen. Fructuoso era distinguido tiple... comenzó a cantar desde el primer día. En las funciones de esta época primitiva tocaba el armo– nium Fr. Eulogio de Quintanilla. Luego los alumnos que algo sabían, aprendie– ron a tocar muchas piezas de música, instrumental, vocal y de cuerda... Se or– ganizó una orquesta. Fructuoso aprendió el violín y tocaba en las funciones cuan– do no lleveba él mismo la dirección de la pieza. Varios aprendieron el armo– nium. Dos o tres ocupaban en esto mucho tiempo. Cuando se inauguró el con– vento de Basurto, marchamos un grupo a cantar la misa en la función inaugu– ral. Habían venido los novicios de Fuenterrabía y entre ellos Fructuoso, llamán– dose Javier" (Acta de defunciones, f1 45). Continúa el mismo relator: "El P. Javier de Sangüesa llegó a Lecároz el 29 de abril de 1893, miércoles santo. Aque– lla tarde cantó un motete de Semana Santa. Dirigió los cantores del Colegio que prosperaron mucho. Organizó la orquesta y banda... En aquellos años León XIII dio un decreto sobre música religiosa. Se trajo el Magíster Choralis edita– do en la casa Pustet de Ratisbona y se procuró cantar canto llano al modo de esta anotación. El P. Javier trabajó en el cambio... La orquesta tocaba las pie– zas clásicas de los autores alemanes.. . El P. Javier cuando no dirigía, tocaba el primer violín". Trasladado a Madrid en 1898, retornó en 1904 reiterando su actividad hasta 1920. Compuso algunas obras menores y "El seise", auto en un acto, orquestó la Primera Pontifical de Perossi en 1908. En su viaje a Japón dejó curiosas anotaciones reconociendo en los cantos de la misión melodías como "Near to Thee my God" y "Ogi zerutik"; en Guam donde residió como misionero (1920-1938) se cantaba alguna melodía del P. Donostia y mejor que en la residencia del Japón. Decisiva fue la participación del P. Ricardo de Torres como director de la orquesta y del coro y del P. Miguel de Tudela (chantre antes de su ingreso) como maestro de canto, intérprete de innumerables solos y mantenedor de la solemne melopea de la calenda navideña; las crónicas mencionan a Fr. Luis de Lecároz (fallecido en 1901 , a los 23 años) cuajado como buen organista, her– mano de los PP. José y Evaristo. El comienzo de siglo se significa por la coincidencia de varios músicos. Quizá el menos conocido sea el P. Basilio de Guernica, destinado a Filipinas 266

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