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en alcanzarse la cifra de 120 operarios (que llegará a duplicarse) con albañiles, carpinteros, canteros y peones de cantería, y de mazoneria. Se conservan algunos cuadernos en los que Fray Antonio de Antequera, con caligrafía y claridad de maestro contable, va anotando días y horas de tra– bajo y jornales devengados por los distintos menestrales. En el ramo de albañilería son varios los que limitaa su labor a cinco jor– nadas semanales. Hasta octubre de 1888 no se hace mención, en los pocos re– gistros que se conservan, del maestro albañil Agustín Elordi, de Santesteban; co– bra 16 reales diarios; los demás, salvo algún inexperto, parecen abonados a los 14. Proceden de Irurita, Zugarramurdi, Echalar, valle de Ulzama; los cinco con– tratados de Pamplona continúan a pie de obra hasta el 20 de diciembre de 1890. Apellidos Latasa, Irigoyen, Dolhagaray, Melendo, Royo, Soler, Vicuña, Ayora... En diez cuadernos, bien espcificados por jornadas. medias y cuartos de jornada con su devengo correspondiente, se va anotando el peonaje "de cante– ría". Desde 25 de abril de 1888 a 15 de junio de 1889 se acumularon 6.743 jornales, cuyo abono importó 52.862,93 reales Gornales de 8 y 9 reales al día); de 17 de junio de 1889 a 20 de septiembre de 1890, fueron 7.599 los jornales, que se saldaron con 58.892,11 rs.; y del 22 de septiembre de 1890 al 28 de no– viembre de 1891, los jornales sumaron 6.515,87 (sic) por los que se pagaron 51.163,85 reales. Del 30 de marzo al 4 de abril de 1891 se incorporaron 30 peo– nes voluntarios, por solamente la costa. Con el nuevo siglo mejoran los jorna– les; apenas quedan sueldos inferiores a los 9 reales diarios. La Cruz, Michelena, Ruiz, Faulín, que son los más adictos, cobran 9,50 en 1906 y 10 reales en 1907. Los cuatro caleros (encargados de los hornos de cal) no menos de 16; y un Mi– guel, que debe ser el capataz de los peones, llega a emparejarse con los caleros. Con el epígrafe "Canteros" van numeradas cuatro libretas, que abarcan desde 16 de julio de 1888 (previo resumen desde 25 de junio) hasta el mes de julio de 1902. Maestro cantero y jefe hasta diciembre del 91, Manuel Bengoe– chea de Casa Cruz, que desde el mes de noviembre del 88 cobra 17 reales dia– rios; los arrancadores de piedra se mantienen entre 11 y 12 hasta alcanzar los 14 reales al día. En septiembre del 88 son más de 20 los empleados en las can– teras; proceden de Jturen (el m~estro Bengoechea es de Elizondo), Arizcun, Sumbilla, Urroz de Santesteban y un Juan Argal de Francia; la semana del 1 al 8 de octubre son más de 30 los inscritos; pasan de 45 los que toman sus va– caciones del 24 al 29 de diciembre y casi otros tantos los que por razón de las lluvias interrumpen sus labores desde el 4 al 16 de febrero del 89; desde la se– mana siguiente comienza por reducirse a la mitad en tal proporción que desde 25 de junio de 1888 a 10 de agosto de 1889 fueron los jornales 6.166,25 y los sueldos devengados 75.850,93 rs; desde 12 de agosto de 1889 a 18 de noviem– bre de 1891, se contabilizaron 6.536,37 jornales, por los que se abonaron 80.898,48 reales. Nuevo descenso en el número de canteros, hasta no pasar de la media docena; reactivación, con unos 15 desde septiembre a dicJembre de 1897; desde 1899 a 1902 todavía se entretienen de 10 a 12 en los tra::,ajos de cantería. Al barrenador Balbino se le abonan 13 reales diarios (a.1899); y a los canteros de San Sebastián (Aizpurúa, Altuna, Iñurrategui) 24 reales el metro cuadrado de piedra labrada (octubre noviembre 1897). Canteras de AJizcun (Vergara) y de 25

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