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vidad, "Parrado", tantas veces aplaudido al amparo del P. Emilianico. ("Bof', 99 -junio 1962-, p. 123-126). De acuerdo con los trámites marcados por Carlos del Portillo, el Consejo Mayor de la AM acordó nombrar una COMISION GESTORA, que habrá de proceder a la constitución de "Liceo Lecároz, S.A."; acto que tuvo luga, el 15 de septiembre de 1962, en el salón biblioteca de la Diputación Foral de Na– varra, ante el notario Sr. Garrido Aldama: Presidente, D. Luis Abad; Vicepre– sidente, D. Pedro Turullols; Secretario, P. Ildefonso Urquijo; Vocales, los se– ñores D. Pablo Esparza, Antonio Ubarrechena (agregado también a la Comi– sión de arquitectos como asesor honorario), Modesto Liquiniano, Carlos del Portillo, José Mª Martinicorena, J.Mª Aranzadi, J. Mutiozábal, José Guerra. En Junta de Accionistas se nombra el mismo día un Consejo de Adminis:ración, que preside L. Abad. Objeto de esta Sociedad; consecución de créditos del Es– tado, previa declaración de "interés social" (Bol. L. AAA.ns . 8, 9, 10. Julio, sept, nov 1962). "Por tanto esta Sociedad no pretende recaudar el total del costo del Nue– vo Colegio entre los ex colegiales... ni tampoco se trata de un donativo... sino simplemente de constituir la base jurídico-económica necesaria para recabar del Estado y de otros organismos de crédito el capital necesario para la cons– trucción". Se nombra a Carlos del Portillo, Consejero Delegado. Sociedad mercantil S.A. domiciliada eventualmente en Lecároz y cuyos estatutos concuerdan con los de 1933 en su finalidad docente y en la exclusiva competencia de la Orden capuchina de la provincia de NCA, para ejercerla; ac– cionista por los solares. Capital de medio millón de pesetas en acciones de 500. En la invitación a los ex colegiales se les brinda, como señuelo, un "nuevo y gran Colegio, moderno y atractivo, continuador orgulloso del que vivió :mestra primera juventud". Piedra miliaria, que se intentó cubrir de broza cuando la reunión de los arquitectos con religiosos de la comunidad capuchina de Lecároz. Luego que el Sr. Líbano mostró sus planos, objetó el P. Crisanto, que, merced al auto stop, había podido visitar modernos internados en Baviera y captar unas observacio– nes trascendentales: aquellos dormitorios comunes, aquellas grandes aulas por secciones estaban en pugna con la tendencia hogareña de los internado~ actua– les 1. Educadores en vez de vigilantes, grupos de 15 a 20 en lugar de secciones de sesenta, habitaciones-estudio de tres, frente al gregarismo tradicional. Alzóse el P. Anselmo en defensa de la educación que se había venido dando en el Co– ·1egio de Lecároz como la mejor de España, contra la expresión de sargento de varas que aplicó el P. Crisanto a la actitud insoslayable (salvo excepción) del vigilante, enfrentado con una sección de 60 alumnos internos. Y, aunque se fueron haciendo progresivas modificacbnes, prevaleció el criterio hogareño (hoy se llaman tutores los vigilantes) sobre el otro, que no se 7. La novedad revolucionaria que obligó a los arquitectos ex colegiales a prescindir de una parte de sus proyectos consistió en la sustitución del gregarismo (dormitorios comunes, secciones) por lo hogareño. Cfr. EULOGIO ZUDAIRE, "Marquarstein, Internado Oficial de Baviera" en la revista "Enseñanza Media", 146-147 (Madrid, M.E.N. octubre 1964). En la C.c. de 21 de oc– tubre de 1962 se refiere el choque de criterios con el nombre de los sustentantes. 245

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