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En buena o mala hora atravesóse de improviso una singular novedad. que tampoco pareció desacertada al definitorio o discretorio provincial, pero que aplazó indefinidamente, es decir, anuló por entero el precedente proyecto Ur– cola-Plaza. Propuso el rector P. Carlos Argaya sustituir el personal encargado de la cocina, comedor, dormitorio y ropería colegiales por una comunidad de religiosas, a ejemplo de varios seminarios españoles. Ofrece construirles vivien– da de nueva planta y realizar todas las mudanzas y reformas conducentes a una total autonomía en su funcionamiento. Consulta con algunos Padres, "de los me– jores de esta comunidad", los cuales "unanirni consensu" le dieron el visto bueno. Inmediatamente, esto es, en diciembre de aquel mismo año de 1951, ini– cia el P.Carlos de Vera su peregrinación, epistolar o presencial, por múltiples residencias: Franciscanas del Buen Consejo, cuyo equipo podría estar constitui– do por 8 religiosas y 12 muchachas de servicio; Franciscanas de Buñuel;Con– cepcionistas de Elizondo; Esperantinas de Ohárriz; Franciscanas de los Sagra– dos Corazones de El Viso (Madrid); Franciscarias de Leiza; Colegio del Pilar de Bilbao; Josefinas de Pamplona; Terciarias Capuchinas de la Sagrada Fami– lia, que, después de haberse comprometido en firme , se desdijeron de lo dicho; Divina Pastora de Las Arenas; comunidad religiosa de Ciordia, todas las cuales se fueron excusando con la falta de personal. Pensó finalmente el P. Carlos que si su hermano, D. Jacinto Argaya, vicario genral del arzobispado de Valencia por aquellas kalendas, no le resolvía la singladura, el naufragio era seguro. Tuvo la suerte de arribar a buen puerto: por el mes de mayo se desplazaron hasta Lecároz la superiora general de las Franciscanas Terciarias de la Inmaculada, M. María Teresa, y su secretaria y aceptaron gustosas el servicio doméstico que se brindaba a las religiosas de su comunidad. Con fecha 2 de junio autorizaba el prelado diocesano la erección canóni– ca de la nueva fundación; y el rector, P. Carlos de Vera, no enteramente ayuno en lides empresariales, comienza a gestionar los primeros créditos con el Banco de Bilbao y Caja de Ahorros Provincial, a que seguirán otros que concederá el Banco de San Sebastián, los unos sobre las fincas del Colegio y los otros (sept. 1953) sobre el testamento de Dª Micaela Eguiazábal Elósegui, de Irún, otorga– do por agradecimiento al P. Carlos de Vera, en favor de la provincia capuchina de NCA. Halagó a D. Félix Huarte, constructor de San Antonio de Pamplona, la realización de los planos presentados por d delineante D. Luis Tolosa Amili– bia; pero por circunstancias no diáfanas, insinúa que se encarguen las obras al ingeniero industrial de San Sebastián, D. J. Ignacio Yeregui. Arquitecto respon– sable, D. Gerardo Plaza Aurquía, que firma el "Proyecto de Residencia para las Religiosas" en Elizondo, mayo de 1952; aprobado por .el definitorio provin– cial (con el P. José Miguel, definidor tercero) en Pamplona, 18 de noviembre de 1952. Para aquella fecha se había abonado la primera factura de pesetas 382.730,35, por la obra ejecutada: excavación de tierras y hormigonado de ci– mientos y estructura de la cocina y de la residencia, más jornales y honorarios. Ha de constar la residencia para las religiosas de planta baja y piso alto; diez celdas y despacho en la planta baja, que comunica con varias dependencias do– mésticas y una capilla y se completa por su fachada oriental con un porche que 230
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