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ni en aquella animada comensalía, que obligó a improvisar largas mesas en tor– no al patio por sus cuatro costados y a contratar camareros, como para servicio de cinco estrellas. Bastará repasar el menú. Comenta el cronista colegial: "Se pasaron las bodas de oro, que no han sido ni sombra de las de plata. Los días han sido bastante aburridos". El 26 de abril de 1941, último del truduo jubilar, asistieron, con el Exmo. Sr. obispo de Docimea, Mons. Joaquín Olaiz y Zabalza, el Gobernador militar, D. José Los Arcos; el Subsecretario de Justicia, D. Juan Angel Ortigosa; Dipu– tado foral, Sr. Sanz Orrio; Alcalde de Pamplona, Sr. J. Garrán; del Valle, Sr. Burguete; presidente de Acción Católica, D. Daniel Nagore; D. Mariano Pai– sán por el Instituto "Ximénez de Rada"; D. Eladio Esparza, director de "Prín– cipe de Viana"; D. Benigno Janín, por la Junta de Educación; los ilustres ca– nónigos D. Carlos Lorea y D. Santos Beguiristáin y min. prov. P. Ignacio, de Pamplona, con su definitorio en pleno, etc. etc. Lo más notable de la jornada (o al menos del acto académico) parece ha– ber sido la intervención de D. Santos Beguiristáin, "que hizo las delicias del pú– blico con una especie de historia del Colegio... Fue una charla que mantuvo el regocijo y la hilaridad entre el distinguido y numeroso auditorio" (SAB). Y sin pretenderlo, un acicate que aguijó al superior provincial, P. Ignacio de Pamplona, según lo puso de manifiesto en su carta del 2 de mayo, firmada en Alsasua. Lo lamentable del caso es no haberse aprovechado aquella oportu– nidad para elaborar una historia documentada del Colegio de Lecároz, que con tanto gusto habría financiado el P. Rector Serafín de Tolosa 93 • Los testimonios, orales y escritos, que de entonces a hoy han perecido, no hay quien los resucite . Por lo demás, que en un año de postguerra y de guerra, de austeridad y penuria ambiental, no llegaran a emular por su esplendor las Bodas de Oro a las Bodas de Plata, ¿a quién puede causar extrañeza? Aunque apenas afectaron a la vida normal de los colegiales las estrecheces peninsulares, tampoco la eco– nomía de la casa se prestaba a esplendideces: el servicio patriótico de hospital y la suma de impagados de familias reintegradas a su hogar originario, habían enrojecido tanto el último balance, que el administrador, P. Pedro de Leiza, se vio precisado a pedir al Banco de Bilbao una ampliación de 300.000 pesetas del crédito de 100.000 concedido, por no hallar disponible con que hacer frente a los gastos más perentorios. No disimuló la hipoteca de 1.200.000 pesetas que pesaba sobre los bienes muebles y raíces del Colegio de Lecároz, en fianza del convento de San Anto– nio de Pamplona, recién levantado. Su sucesor en el cargo, agregado al de rec– tor, P. José Miguel de Aldaz, recurre al año siguiente al guardián del convento de San Antonio de Zaragoza, P. Ildefonso de Ciáurriz, que le concede un prés– tamo de 100.000 pesetas al 3,5% anual 94 . 93. Fr. Ignacio de Pamplona. min. prov. al M. Rdo. P. Serafín de Tolosa, definidor y rec– tor, Lecároz. Alsasua, 2 de mayo de 1941. (Copia particular). 94. Solicitud del administrador, P. Pedro M' de Leiza, al Banco de Bilbao, desde Lecároz 17 de abril de 1941 : ACL, Copiador de Cartas, T. 69. Concesión en rpta. del P. Ildefonso de Ciáurriz, guardián de San Antonio de Zaragoza, 15 de noviembre de 1942: ACL, K-91 . Durante el trienio siguiente, el administrador, P. José Miguel de Aldaz, venderá sacas de harina (mayo del 46), el Ford A.D. (7 de mayo del 47), cabezas de ganado vacuno y de cerda y hasta jamones a 222

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