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Saturnino Lázaro, de Elizondo y Pedro Mª Meoqui Plaza, de Lecároz, atendi– dos por los PP. Ignacio de Aldaz, Victoriano de Larráinzar, Pedro Mª de Leiza y Pedro Mª de Madrid. El 21 de noviembre, fiesta de la Presentación, eran ya 16, que asistieron a las funciones de la iglesia desde el coro, sin mezclane con los internos, y a los que se permitió jugar a pelota "en hora en que no e:,taban los internos" 92 • Experiencia efímera por su complejidad, derivada del empeño por mantener internado y externado cerno dos entidades autónomas: ni locales adecuados ni personal suficiente. No duró más de 3 ó 4 año5. El nuevo externado, el que se introduce en el curso 1941-42, en ne.da di– fiere del internado por la calidad de los alumnos ni por el sistema educativo; libremente se integran en el ciclo del Bachillerato, desde Ingreso a 7º, según su expediente, o en alguno de los curses 1' y 2º de Cultura. Un padre vigilante cui– da de ellos, como los de las respectivas .secciones. Se establece como cuota men– sual la de 40 pesetas en Ingreso y Cultura; 50 los tres primeros cursos de Ba- chillerato; y 70, desde 4º a 7º. · Oscila el número de admitidos entre 40 y 50; en 1966-67, son 62 ex:ernos y 281 internos y en 1969, los internos ruman 364 y los externos 49; en 1973-74, del total de alumnos ( 457), son 366 los internos y 91 los externos, entre les cua– les han de contarse los 28 seminaristas conventuales de Elizondo; por fin, du– rante el rectorado del P. Juan Bta. Luquin, se admite, para el curso 1979-1980, el primer ramillete de alumnas, 13 estu::liantes de COU. Desde el P. Heliodoro de Legarda, vigilante eventual de los externos en 1941, hasta el "clavero" P. Gregario Casajús, más de media docena de padres vigilantes se han ido haciendo cargo de un empleo que por bastantes años fue de especial responsabilidad. Por el mes de diciembre del 41. sucedió el P.. Higi– nio Gamboa al P. Heliodoro, que desde el curso siguiente continúa al :rente del externado durante nueve años. En la actualidad pasan de 120 los externos, que no necesitan de es;,ecial tutoría, por su integración en la vida colegial de las aulas y campos de recreo. Con la implantación definitiva del externado llegó por fin a realizarse la promesa del P. Joaquín Mª de Llevaneras al valle de Baztán. Fue un hon:enaje que se le rindió en el cincuenta aniversc:.::-io de la inauguración oficial de su obra predilecta, el Colegio de Lecároz. P,:::,rque aquel año de 1941 se había celebra– do, del 24 al 26 de abril, el triduo de las BODAS DE ORO DEL COLEGIO, a los XXV años de las Bodas de Plata y a los L, no de la primera piedra, sino de la bendición de la iglesia, en octubre de 1891, por el señor obispo diocesano, cuando se plantó sobre la torre la cruz terminal. Fueron unas fiestas que, cotejadas con las precedentes, apenas merecían medalla de bronce. Nada comparable ni en solemnidad litúrgica, pese a:. acto de imposición de insignias de Acción Católica por el Ilmo. Sr. obispo Olaechea; ni en las artes de la música (orquesta colegial) y la danza (bailes vascos); ni en la atención pontificia, cifrada en una Bendición Apostólica, firmada por el se– cretario de Estado Vaticano, frente a.aquel autógrafo pleno de Benedicto XV; 92. C/N 1907... AP. Aunque la última partida del Libro de Caja (borrador) se asienta el 14 de noviembre de 1910, la escuela de "externos adultos" continuó a lo largo del curso 1910-1911. En 1912, el entonces prefecto de estudios, P. José de Lecároz, juzgó debía suprimirse hasta que no se ofreciesen condiciones adecuadas. 221
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