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guo y verdadero dormitorio" , escribe el cronista colegial, Francisco Javier Oz– coidi el día de la rentrée scolaire-. 8 de octubre, domingo: inauguración del Monumento a los Ex Colegiales caídos en campaña, bendecido por el nuevo min. prov. P. Ignacio de Pampl~ na, al que acompañan el definidor general, P. Carmelo de lturgoyen, el Vice presidente de la Diputación Sr. Arraiza, los Gobernadores Civil y Militar, etc. etc. Discurso breve y muy atinado del Gobernador Civil, Sr. Correa Véglison. Estaba encabezada la lista de los "Mártires por Dios y por España" por el Exc– mo. y Rdmo. Dr. D. Manuel Irurita, obispo de Barcelona, seguido de otra víc– tima de la vesania roja, el P. Vicente de Peralta, compañero del P. Tomás de Estella en el profesorado; y hasta medio centenar de nombres a continuación. Mas como "en dichas lápidas faltaban los nombres de otros muchos queridís– mimos ex colegiales, que también cayeron en la guerra", no faltó quien las en– rasara, reduciéndolas al anonimato, con esta inscripción genérica: "En Mem~ ria de los Colegiales y Ex Colegiales, Colaboradores y Profesores que han ido a la Casa del Padre. Descansen en paz."Madre del Buen Consejo, acógelos". ¡Muy fúnebre! Por la tarde de ese mismo día 8 de octubre de 1939, distribución de pre– mios e inauguración del curso, cuya solemnidad no tanto derivó, según PJM, del acto mismo, como era de presumirse, cuanto de la presidencia, en la que figuraban, con los recién llegados, Sr. Nuncio Excmo. Gaetano Cicognani, y el obispo diocesano, Mons. Olaechea, las dignidades eclesiásticas y civiles que des– de primera hora venían participando en la solemnidad del día. Ni el Sr. Nuncio ni Mons. Olaechea estuvieron por la mañana; consta por las crónicas de PJM y de Feo. J. Ozcoidi. La década de los años cuarenta 1.1. Subsistir Como han pasado largos días y como ha sido superado tan soberanamen– te aquel precario vivir de una calamitosa posguerra nacional, incrustada en una no menos desastrada guerra internacional, puede manifestarse, sin ánimo pr~ vocador, que en nada substancial falló el régimen tradicional de abastecimiento. Hasta el racionamiento de pan reducido, por el mes de noviembre de 1940, a 300 gramos diarios por persona, pudo superarse sin trauma ni trampa, con ha– rina blanquísima tan abundante que llegaron a permutarse sacas por judías y tan excelente que en ningún hogar causaba escrúpulos el pan de hasta 15 días que llevaban sus hijos. Se montó un horno eléctrico en 1942, que hubo de ser sustituido por el de leña en 1945, porque aquél no estaba para bollos 87 • Fue pa– nadero por largos años Santiago Sanciñena, al que reemplazaron, en períodos cortos, Esteban Zubillaga y Fr. Gerardo de Burlada. Entre tanto se fue norma– lizando la industria nacional y local y se volvió a los antiguos proveedores. Parte del suministro dependía de las cartillas de racionamiento; ni para el desayuno diario. No siempre podían suplirse las deficiencias desde la Jefatu- 87. Acuerdos del Discretorio de 25 de octubre de 1942 y de 13 de noviembre de 1945: ACL, AD. 218

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