BCCCAP00000000000000000000191

de febrero de 1885 se crea la provincia capuchina de España y se nombra, al comisario P. Joaquín Mª de Llevaneras, superior de toda ella. Inmediatamente comienza a cavilar sobre la conveniencia y hasta necesidad de trasladar a sus niños seráficos a lugar de mejores comunicaciones, de abastecimiento más ga– ranti~ado y de clima en que ni el frío ni el calor ni la humedad ni la sequía fue– ran ngurosos. Debió ser por entonces (agosto de 1886) cuando D. Joaquín Plaza se pre– sentó en Montehano con su hijo José, para ingresarlo en la Escuela Seráfica y con el prestigioso organista de Irurita, D. Conrado, cuya sotana sirviera como de aval. Al parecer dejó entrever el Rdmo. su intención, a la que correspondió el Sr. Plaza con sus loores del solar baztanés y de la índole generosa de sus mo– radores. Nada se concertó por entonces. Preferible aplazar toda resolución a su regreso de las Carolinas. Las potencias europeas habían aceptado el ·laudo del papa León XIII (22 de octubre de 1885) por el que se reconocía la soberanía española sobre aque– llos desatendidos archipiélagos, contra las apetencias de Alemania y de Ingla– terra, sucesivamente privilegiadas 1 • Ofrecióse el P. Joaquín de Llevaneras, superior provincial de los capuchi– nos españoles, a la evangelización de aqu"ellos indígenas. Por real decreto de 15 de marzo de 1886 se le autorizó el establecimiento de misiones en ambos ar– chipiélagos (de Yap y de Ponapé), cuya erección canónica promulgó la Sagrada Congregación de Propaganda Fide por rescripto de 15 de mayo de 1886. Bien antes de recibirse el decreto pontificio habían embarcado, en el puer– to de Barcelona, un primero de abril de 1886, los 12 misioneros capuchin0s exi– gidos por el real decreto. Y el primero de diciembre del mismo año 1886, na– vegaba en el "Isla de Mindanao" en pos de sus súbditos, con ánimo de conocer sus condiciones de vida y con fuerte cargamento de enseres domésticos, arte– sanales y agrícolas, bien persuadido del primitivismo de aquellos isleños y de la extrema indigencia de los misioneros. Desembarcó en Manila, en donde fundó una casa que sirviera de enlace entre el archipiélago carolino y el mundo civi– lizado y de repuesto y refugio, según los casos. Puso al frente de ella a su se– cretario, P. Berardo de Cieza, en compañía del hermano lego, fray Justo de Eraul. Después de haber estibado rimeros de tablazón con destino a las capillas y residencias misionales, y buena provisión de vituallas, volvió a hacerse a la mar; llegó a la isla de Yap, la principal de las Carolinas Occidentales, el 18 de febrero de 1887; a Santiago de la Ascensión o Ponapé navegó con su primer Gobernador, el malhadado D. Isidoro Posadillo. El 28 de agosto de 1887 ponía pie en las atarazanas barcelonesas, al cabo de 111 días de navegación y de franciscana y fructífera visita pastoraF l. V.PALACIO ATARD, La España del siglo XIX, 1808-1898.Madrid, 1978, p.550-552 2. E.ZUDAIRE HUARTE, "Reverendísimo Padre Joaquín de Llevaneras. Rasgos de su ta– lante pastoraf' en rev."Estudios Franciscanos", 89(1988), 423-427.-P. PIO DE ESTELLA,Apuntes para la Historia de las islas Carolinas.en "Anuario Misional"; Pamplona, 1934, p.31-41. 18

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz