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Los sobresalientes de los discípulos de Latín cuestan caros ai P. Dámaso de Elizondo. No debe de ser tan éoble como aparenta. Pero el sentido del de– ber y su amor al Celegio le obligan a aceptar, con sus salud minada, la prefec– tura de disciplina. Organiza inmediatamente el cursillo de verano, desde el 20 de agosto a los exámenes de septiembre: 4 clases diarias para los seis cursos de bachillerato. Apunta en su cuadernillo que, amén de sus horas de cátedra y de prefectura, tuvo que suplir 41 horas de vigilancia. "El Colegio está lleno y va muy bien con el P. Dámaso", escribe el rec– tor, P. Pascual de P., a principio de curso. "Para que se dé cuenta una vez más de la perspicacia de mis buenos frailecitos -continúa informando al ruin. prov. – que veían el Colegio casi desierto para este curso, le voy a dar los siguientes datos: Han solicitado el ingreso 120 familias y no nos ha parecido conveniente admítir más que a 85 niños,... pues no hay sitio para más, si no derrib.1mos el tabique que se hizo el año pasado para hacer entrada al Colegio, independiente de la Comunídad". Tampoco quiso admitir más alumnos por no verse precisa– do a aumentar el personal docente. "En fin, como ve: la catástrofe anunciada por uno de mis Discretos" 69 • Colaboran con el P. Dámas0, en el orden disciplinar, los vigilantes y su– plentes, PP. Elías de Labiano-Agustín e Hilario, en la sección 1"; Emiliano-Cri– sóstomo y Germán, en la 2"; Zacarías-Juan y Fermín en la 3"; Policarpo, Anto– nío e Ignacio en la 4ª; Rafael, José Miguel y Jorge en la 5". Hay orden, seriedad y silencio, apunta en su dietario PJM. Privar a los alumnos de un trozo de tortilla "es el castigo que más les due– le y produce efectos maravillosos su aplicación" (P. Dámaso). Suele recurrir con alguna frecuencia a otro castigo original: "Cc,mo du– rante toda la semana no he castigado - apunta en su cuadernillo- a fin de que la disciplina no se relaje, castigo a 42 que escriban los artículos del reglamento a los cuales han faltado". Les hace aprel}-derlos de memoria y recitarks desde el púlpito, en el comedor de los colegiales. Hay muchachos que prefieren co– piar avemarías durante el cine a subir al púlpito en simple plan de recitador. No admite el P. Dámaso, por oponerse al artículo XII-3, que los profe– sores castiguen sin la sesión de cine a los alumnos. Es una penitencia que se reserva para sí, como la de privar de paseo y merienda extráordinaria, en que no ha introducido novedad alguna, como tampoco en la recogida de dinero, re– lojes, navajas, tabaco ni en la condición penosa del fumador. 1.2. Calefacción Antes de partir para América Central, en calidad de visitador, dejó el P. Pascual en fase de instalación una obra que tardó en acometerse tal vez por no– vedosa. En 1929 se planta una salamandra en el aula de caligrafía. En 1930 pa– rece llega el convencimiento de que las montadas en la del dibujo apenas sua– vizan el ambiente, por la amplitud del recinto y son arriesgadas por el :naterial de construcción. Se piden prospecto y precios a la empresa "Juan de Diego" de Pamplo– na, que garantiza temperaturas de 16º en dormitorios y 18c en aulas ct:ando la 69. Lecároz, 11 de octubre de 1934: AP, Lecároz-1. 195
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