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La rivalidad política, que a veces les hizo llegarse a las manos, una cierta indisciplina general y la novedad misma del profesorado no debieron de ser cir– cunstancias muy propicias para el saldo final de pérdidas y ganancias, de sus– pensos y aprobados. Tuvieron sin embargo sobre el curso anterior la ventaja de que en los exá– menes del Instituto hubo primera y segunda convocatoria. P.J.M. califica de catastróficos los resultados, aunque se obtuvieron 6 M.H. con el P. Jorge y otras tantas con el P. Alzo. Alumnos examinados, 200; numero de exámenes, 888; numero de suspen– sos, 184; curso totalmente aprobado, 83; curso no aprobado por entero, 117 alumnos; tanto por ciento de suspensos, 20%; id. alumnos con curso aprobado, 41,5%; no aprobado, 58,5%. Resultado nada halagüeño, pero tampoco desespe– rante. Precisamente al inaugurarse el nuevo curso, en octubre de ese año 1934 tenido por fatal, el decano de la Fac. de Fil. y L. de la Universidad de Zarago– za, Dr. Salarrullana va a declarar ante la solemnísima asamblea, que los cole– giales de Lecároz eran los mejor preparados de cuantos se presentaban a revá– lida del bachillerato universitario. Estuvo presente en aquel acto "el Colegio de Señoritas de Elizondo", co– legialas de las Concepcionistas. Al margen de toda lisonja, el Colegio de Lecároz velaba por su buen nom– bre. Y ese buen nombre estaba vinculado a un cierto estilo disciplinar y hasta hogareño. En consecuencia determina el Discretorio conventual prescindir del profesorado seglar y reemplazar al P. Dositeo por el P. Dámaso en la prefec– tura de disciplina (31 de julio 1934: C.E., XXV). Interludio inquietante l.l . Normalidad Durante los días 9 a 12 de julio de 1934 giró el min. prov. P. Ladislao de Yábar su visita canónica, en la que no formuló ordenación ninguna, sino ape– nas algunas advertencias, como la de no hablar por teléfono sin permiso del Su– perior y la de no acompañar en grupo hasta la carretera general a los que se despidieran por traslado, (como sucedió en casos recientes, a modo de duelo o de protesta). No deja de causar asombro que con tanta libertad osaran despa– charse los subditos, sin perder la debida moderación, con su min. prov., que re– cibió serenamente cuanto se creyó oportuno manifestar. Tal vez por establecer la tranquilidad de ánimo de ciertos religiosos y por las pruebas de franciscana diplomacia que desplegó durante su periplo filipino– chamorro, se nombra al Rector, P. Pascual de Pamplona, visitador general de la América hispana: América Central, Venezuela, Colombia y Ecuador. Salió el 26 de noviembre para Roma a pedir instrucciones; el 27 de diciembre, se dirige al puerto de Barcelona; regresa a Lecároz (desde Pamplona en el coche de M. Liquiniano) el 26 de julio de 1935; y nuevamente se despide el 14 de septiem– bre de 1935 para la Argentina, adonde acompaña como secretario de visita al Def. Gral. P. Carmelo de lturgoyen. Regresa a Lecároz el 6 de diciembre y al día siguiente se celebra rumbosamente su retorno al hogar lecarocense. Entre tanto empuña las riendas, a fuer de vicario y vice rector, el P. Joa– quín de Beriáin, que, por su corio retinitis, habrá de renunciar al cargo. 194
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