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En las llamadas "Tablas de familias'!, formadas por el nuevo definitorio provincial, se registr:uon traslados sorprendentes: tres vigilantes removidos de sus puestos, con destino a Tudela (P. Atanasio de Pamplona), Híjar (P. Miguel de Torranc) y Filipinas (P. Agnelo de Egüés). Se atribuye el tacazo (así se in– terpretó) al P. Pascual de Pamplona, deíinidor y nuevamente rector del Cole– gio, que, al parecer por cuestión vasquista (¿cultural? ¿política?) no había con– geniado con ellos durante el último trienio. Apenas se presentó en Lecároz el P. Pascual hízole entrega de la "chapa" el Prefecto de Disciplina, P. José Mi– guel, por solidaridad con los deportados, que habían sido sus colaboradores in– condicionales en el buen gobierno de los colegiales. Y la renuncia le fue admi– tida sin resistencia. Poco tiempo después, en vísperas de iniciarse el curso 1933-1934, desde Roma y, según P.J.M., a ruegos del mismo P. Pascual, una orden inesperada (obediencia) del P. General, por la que el P. Jaime de La Cot tiene que abandonar Lecároz y reintegrarse a su provincia de Cataluña. Ambos cronistas, C.E. y P.J.M., manifiestan su admiración por la caballerosidad de tan excelente religioso, colaborador desinteresado durante estos dos últimos años, de tan pocos alicientes. Y ambos lamentan que no haya recibido muestras de agradecimiento sino solamente de los súbditos, sus compañeros. En consecuencia, hubo que reponer responsables competentes. Nombró el P. Pascual al P. Dositeo de Olio, prefecto de disciplina; y vigilantes, desde la sección 5' a la l ª, a los PP. Rafael de Alegría, Bonifacio de Atáun (proce– dente de San Sebastián), Policarpo de Iráizoz, Zacarías de Gulina y a Fr. Cri– sóstomo de Lanz. Confundió el nuevo prefecto la rudeza del castigo colectivo con la efica– cia del gesto, la ingenuidad con la intuición y llegó a mostrar su extrañeza, ante las secciones 4ª y 5', porque no se le tenía el mismo temor reverencial que al P. José Miguel, cuando no eran menos sus poderes. Y aquel ambiente de in– disciplina general trascendió a las aulas, en donde algunos de los profesores con– tratados sintieron la resaca. "Si Dios no lo remedia - concluye P.J.M. sus re– flexiones acerca de aquel desgobierno- esto se acaba y ¡antes de lo que espe– raban algunos!". Como no todo sea en el Colegio el prefecto de disciplina, parece que al fin pudo encauzarse el curso, sin las temidas desviaciones presagiadas por cier– tos pesimistas. Tampoco sufrió mengua, ni circunstancialmente, la vieja tradición euska– ra del Colegio, al que M.J. Garmendia acababa de distinguir como "uno de los pilares del Renacimiento Vasco". No en vano el entonces prefecto de discipli– na, P. Dositeo de Olio, había ejercido durante el curso 1932-1933, la docencia del vascuence con los PP. Dámaso de Elizondo, Miguel de Alzo y Augustinus de Lizarra. El 3 de septiembre de 1933 se inauguraba en Elizondo la "Eusko Eche" y el "Emakumen abes batzar" por los ilustres políticos Manuel Irujo y José Antonio Aguirre. "A última hora nos visitan los prohombres, que cenaron en el Colegio y regresaron después de las diez. Un gran día para la causa o par– tido nacionalista" (C.E., XXV). Les acompañaron los señores Aristimuño y Agustín Ubarrechena, con varios ex colegiales hospedados anticipadamente. No faltaron, en las solemnidades acostumbradas, los conciertos de músi– ca regional, por la banda colegial de txistularis, ni las exhibiciones de gimnasia y danzas. Lamenta no obstante P.J.M. un cierto eclipse en la "Euskal-Jai Na- 192
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