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Rectorado del P. Dámaso de Elizondo (1924-1930) "Y o ando como alma en pena con mi nuevo cargo; no como ni duermo y de seguir así, voy a terminar enfermo". Suplica el P. Dámaso de Elizondo a quien por seis años había ejercido el rectorado, P. Joaquín de Beriáin, actual superior provincial, que, por todo remedio acepte su renuncia. Requerimiento vano. Y no por falta de sensibili– dad, sino por sobra de experiencia. ¿Cómo va a convencer de flaqueza o debi– lidad de carácter a su antiguo compañero de profesorado, testigo de sus éxitos con los discípulos de latín? Doce presentados a examen final , doce sobresalien– tes. "Yo no consiento en ninguno, calificación inferior a Notable". Y t::lles re– sultados no se alcanzan únicamente por el orden y la disciplina, sino por su alian– za con una exquisita sensibilidad de pedagogo. Confiesa el P. Dámaso que, antes de ser rector, fue tildado de dureza ex– cesiva en cátedra y hasta tuvo que salir en defensa propia "contra las injustas lamentaciones de un padre de familia". A los tres años de su gestión fue nombrado nuevamente para el dojle car– go de Guardián de la familia religiosa y Rector del Colegio. La etapa de su gobierno puede considerarse como etapa brillante. Tuvo el acierto de confirmar en sus puestos a sus más inmediatos colaboradores: PP. José Miguel de Aldaz (disciplina), Calasanz de Urdax (estudios), Ignacio de Al– daz (espiritual) y Pedro de Leiza (administración). Sustituyó el año 27 en la pre– fectura de estudios el doctísimo universitario P. Miguel de Alzo al P. Calasanz, que pasó dos años en Suiza para atender su salud (Tiempos que ya fJeron) . Por hemotisis que le diagnosticara el galeno, había estaco desde 191O 3, 1914 en el sanatorio St. Joseph de Davos Platz (C. H.), a cuenta de su familia. Enseñanza No se registran el primer año cambios interesantes en el calendario esco– lar: se respetan las fiestas tradicionales, los paseos de los jueves (si el tie::npo lo permite), el fervor deportivo y las competiciones disciplinares: ocho horas dia– rias, entre estudio y cátedra, con los brazos sobre el pupitre, salvo jueves y do– mingos, que, desde el último de abril también entran en el torneo. Y, para ali– vio del espíritu, después de un cuarto de hora de charla en el salón, media hora de arte músico (vocal e instrumental) que sincroniza con la dedicada al estudio del euskera. Un domingo del curso siguiente, el de 18 de octubre de 1925, puntúa el cronista P. Emiliano de Andoáin: "A las 2,45 la clase extraordinaria que se ha puesto este año y que agrada muy poco a los profesores". Enigmática puntua– lización, porque no descubre su objetivo. Del mismo curso escolar, aur.que se inscriba en 1926 es una posible clarificación: "Domingo, 7 de febrero: a hs tres, clase de dibujo y vascuence". No está resuelto el enigma, salvo que lo de ex– traordinario se refiera a la hora, emparentada con la de ia siesta. Porque ni la clase de vascuence, jueves y domingos, constituía novedad, ni presumiblemente la de dibujo. El 25 de agosto de aquel año de 1926 se promulga el llamado "Plan Ca– llejo", reforma muy discutida y no efímera del plan de bachillerato, que se di– vide en elemental y universitario, con la doble opción de Letras y C.encias. 159

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