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bieron una ovación de un cuarto de J:-:ora, tan calurosa, que, según testimonio presencial del P. Calasanz, emocionó p:-ofundamente sobre todo al Dr. Canaleja. Nuevo éxito, que no sin orgullo registra el rector y guardián, P. Eusebio de Azpilcueta, responsable en parte del reducido quirófano: D. Pedro de Olar– túa y Bastida libera al colegial Campos López de Letona (¿Andrés?) del peli– groso hueso del calcañar, atacado de osteomielitis. Y el Dr. Oreja, traído al Co– legio por la familia del muchacho, aprueba la operación realizada 24 • "Desde el 20 de enero de 1923, se tocarán 4 campanadas, cuando llegue el médicc, para que cada cual pueda verse con él" (S.B.). l .4. Pensión A tres de sus inmediatos auxiliares atribuyó el P. Eusebio de Azpi~cueta, supuesta la colaboración de profesores y de alumnos, el prestigio colegial de su rectorado: al prefecto de disciplina, P. José Miguel de Aldaz "querido y nunca bien correspondido" (Crónica S.B.); al de estudios, P. Calasrnz de Urdax, que cifra su culminación en la nueva aventura de la revista "LECAROZ"; v al ad– ministrador, P. Pedro de Leiza, que fue capaz de sortear la crisis def trienio 1920-1922, provocada por el alza de precios. Culpar el desequilibrio presupuestario al índice de precios debe de ser ra– zonable, puesto que artículo de consumo tan frecuente como la carne se había vuelto "inasequible" por su coste de 3'25 pesetas el kilogramo. Pero bien pudieron recrecerse las angustias del padre administrador por la acometida de una empresa que quis::i fuera modelo (y lo consiguió para mu– chos años): la nueva vaquería que no debió de costar menos de 30.000 pesetas, aunque otra cifra dieran al P. Bernardo de Azpilcueta, miembro del discretorio. Se acuerda en julio de 1918 fijar la pensión en 800 pesetas anuales, más otras 50 por lavado y planchado de ropa, como amortización del lavadero me– cánico. Aun así, manifiesta el P. Eusebio, rector, al P. Beriáin, min. prov., es cien pesetas más barata que en Orduña y 190 que en el Salvador y todavía más que en los colegios de PP. Escolapios de Bilbao, Madrid y Barcelona. Como no se excedieron de las ncrmas de moderación previstas, se aprue– ba la determinación tomada. Temeroso el superior mayor de que un encareci– miento del importe de la pensión provocara "una catástrofe irremediable" les había advertido que no se dejaran ofuscar por el señuelo de otros colegios, pues ninguno contaba con una vaquería y con unas fincas, legadas algunas de limos– na para hacer el bien, ni con una plantilla de religiosos gratuitos, sino de perso– nal asalariado. (<Vaya empresa calificada, con '27 profesores y 30 ujieres y bedeles gra– tuitos!). Temeroso de una desbandada por el encarecimiento, aún aconseja que se presente como circunstancial 24 h, la reciente subida de la pensión. Administrativamente es inadmisible la decisión tomada el mes de febrero de 1920: como el déficit del curso anterior excede de las 28.000 pesetas, se de– termina pedir un donativo voluntario a las familias de los alumnos, a las que se facilitará un extracto de cuenta. El P. Bernardo de Azpilcueta, que se había opuesto a la primera reforma, 24. Fr. Eusebio de Azpilcueta al P. Beriáin; Lecároz 19 de mayo de 1919 y 10 de marzo de 1921: AP, Lecároz, 1.-ACL, C.E. (16), 18 de mayo de 1919 (trepanació:1). 155
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