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-6- sos y las conquistas de la vida apostólica, ha sa– bido impregnar todas las páginas de su obra con la rica experiencia de sus veinte años de misione– ro en el Oriente. No deben por lo tanto extrañarnos los caluro– sos elogios, que trabajo tan útil como necesario en el campo misional, ha merecido por parte de la prensa y de las altas autoridades eclesiásticas. «Libro lleno de sabios consejos-le llama el Car– denal Van Rossum-qáe leído y practicado ha de influir grandemente en la propagación del reina– do de jesucristo sobre la tierra y en la formación de misioneros de verdadero valor misional en la difícil obra de la Evangelización de los pueblos paganos y que debiera traducirse a todas las len– guas para que todos pudieran aprovecharse de su lectura.»-«Hermoso y bueno como un amigo, co– mo un guia, como un apóstol» exclama entusias– mado el Obispo de l rieste,- y la Revista de Parma «Fede e Civilta» se atreve a decir que «aunque el autor no hubiera escrito más que el Capítulo VII de su obra, habría merecido la gratitud de todos los misioneros del mundo, porque en dicho capítu– lo ha conseguido pintar de un modo magistral y con un realismo verdaderamente impresionante, la gigantesca figura del misionero católico, ese lwm– bre admirable que aun por personas que se tienen por conocedoras de la Religión no pasa de ser al– go así como un caballero ·andante, un ser fantásti– co, produclo de la imaginación.» Las mismas ala– banzas y aplausos le han tributado todas las .Re-

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