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Dos palabras del traductor El intenso despertar del movimiento misional, que se nota de unos años a esta parte en todo el mundo civilizado, debido a las reiteradas voces de los Pontífices, entre los que descuellan Benedicto XV con su Encíclica «Maximum illud» y Pío XI con la instalación de los museos misionales del Vaticano; la gran Semana Misional próxima a efectuarse en el hermoso «Palacio de las Misiones» de la Expo– sición de Barcelona; pero sobre todo los reiterados deseos de nuestros abnegados hermanos los misio– neros de China, nos movieron a publicar, traducida al castellano, esta obra casi única, por su forma y su contenido, en la ya abundante literatura misio– nal, y cuya aparición en Italia fué todo un éxito, no solo entre los misioneros a los cuales de un mo– do especial se dirige, sino también entre cuantas personas han tenido ocasión de conocerla. Escrita por el R. P. Silvestri, de la Orden Fran– ciscana, conocedor profundo y experimentado de cuanto a misiones y misioneros se refiere, por ha– ber sentido en carne propia las alegrías y las tris– tezas, los consuelos y los sufrimientos, los /raca-