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-56- Esas aptitudes son de muchas clases; físicas, morales, naturales, adquiridas, etc. Hay dotes de espíritu, de cuerpo, de corazón. El temperamento individual por su parte aporta las suyas; otras son producto de esfuer– zos personales y provienen de la educación recibida; en la familia, en el colegio o en el ambiente religioso en que se vive.» (P. Manna). 2. 0 Gran ciencia misional.-Con esto entramos en plena ciencia misional cuyos proble111as es incapaz de resolver la simple educación elemental de los Cole– gios y Seminarios misionales. Gracias a Dios el aspi– rante a misionero puede adquirir esta ciencia superior en las muchas instituciones que se ocupan de enseñarla. Quien crea inútil una tal preparación técnica, que se atreva a corregir a Jesucristo. El colegio apostólico fué el primer instituto religioso cuyo educador fué el mismo Divino Maestro. En él estuvieron los Apóstoles durante tres ºaños continuos y si alguna vez, durante ellos, fueron enviados a predicar por el mundo, recibie– ron antes enseñanzas e instrucciones precisas y volvie– ron, llamados por Jesucristo, para completar su educa– ción, corregir sus errores, avisarles de sus defectos, del mismo modo que un maestro lo hace con sus discí– pulos y una madre con el hijo pequeño que empieza a dar los primeros pasos. Y además de esto no debemos olvidar las grandes, profundas y divinas lecciones que recibieron el día de Pentecostés. Esos Institutos misioneros calcados casi completa– mente sobre el de las «Misiones .extranjeras» de París,
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