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-49- hermano Gonnet, ya has caído! Eso es para decirte que te vas a China, que eres tú el elegido.}} Mi acción de gracias después de la Comunión fué una lucha inte– rior continua. No hacía otra cosa mi naturaleza sino repetir aquel: « Transeat a me calix iste: ii sin em– bargo no cesaba de rogar al Señor y a su Santísima Madre, a fin de que llegada la ocasión pudiera excla– mar: «!Oh, Dios mío, haced de mí lo que os plazca! Lo acepto y cuento con tu gracia.>> Temblando, pero dispuesto a cumplir la voluntad de Dios me dirigí al cuarto del Rdo. P. Rector, quien, apenas me vió, dijo sonriendo: «¡Gran noticia, Hermano Gonnetl Va a te– ner muchos envidiosos; es V. uno de los cinco misione– ros destinados a la China .=--«¡Gracias, Padre, así sea! Recibo sus palabras, como palabras de Dios; bendíga– me y ruegue por mí a fin de no hacerme indigno de tan hermosa vocación.}} (Becker: Un demi-siécle... etc.) Semejantes fenómenos de vocación misional, aun– que no muy frecuentes, nos demuestran cómo la voca– ción es ante todo un don de Dios, y que si nosotros de– bemos estar siempre prontos a obedecer su voluntad, los Directores de la juventud no deben desanimarse, ni decaer en su educación misional, aun cuando exterior– mente parezca no haber ninguna esperanza de éxito. 4

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