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-39- nes, de peligos, de enfermedades y cuanto más cargan lo negro de los colores, haciendo ver hasta el martirio como término de una vida llena de sacrificios y morti– ficación, más encienden en los corazones nobles el celo y el atractivo por las misiones, dándose el caso verda– deramente curioso de ser más codiciadas las más insa– lubles y peligrosas. Podríamos citar Seminarios en que los superiores se han visto obligados a moderar esas lecturas, por exceso de entusiasmo, como el Senado de Roma se vió obligado en tiempo de Scipión, el africano, a impedir el alistamiento de soldados. Tantos eran los que querian formar parte de la inmortal expedición de Numancia que se tuvo miedo no quedara Italia despo– blada: « Verítus ne Italia vacua relinqueretar» 4. ° Consejos a los Directores· de Seminarios y Colegios.-Mas para que la lectura misional que re– comendamos produzca su efecto educativo, es necesa– rio que el educador tenga cuidado de que se haga con método y seriedad a fin de que los jóvenes vayan ad– quiriendo ideas equilibradas y exactas. Cosa que por lo demás es hoy sumamente fácil. Son muchas las revistas misionales editadas por las diferentes Ordenes, Institutos y Congregaciones mi– sioneros y que están adoptadas a todas las edades y estados, siendo a la vez todas ellas muy sujestivas. Existen además «libros de misiones a cual más hermo– sos, en los cuales se trata, ya de la vida de un misionero,
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