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-37- a los pueblos donde viven los salvajes, que no conocen a Dios, para enseñarles a salvar el alma e ir al cielo. -Mamá, yo también quiero ir allí para enseñarles a Dios y se vengan al cielo con nosotros... La madre conmovida lo tomó en sus brazos y lo estrechó fuetiemente contra su pecho. Desde aquel momento el niño no abandonó jamás la idea de hacerse misionero y murió siendo Obispo de la heroica Iglesia de Corea.· El Bto. Teófano Vénard, martirizado en Tonkín a la edad de 31 años, escribía, desde la jaula en que lo tenían encerrado, a un hermano suyo, pocos años antes de morir: «A tu hermano le cortarán la cabeza y tendrá el honor de derramar toda su sangre por la más noble de las causas, es decir, por Dios. ¡Seré mártir! ~sta fué la primera ilusión de mi juventud. Cuando niño de nueve años llevaba a apacentar mis cabras a las colinas de Bel-Air, leía avidamente entre tanto la vida y muer– te del Ven. Carlos Cornay. Entonces me dije: «Yo también iré a Tonkín. Yo también seré mártir. ¡Oh, admirable Providencia, que me ha traido hasta Ton– kín y me ha hecho llegar al martirio!>> A la lectura de los «Anales» se debe también en gran parte la vocación del Bto. Perboyre y del Bto. Chanel, sabemos, que después de haber sido ordenado sacerdote el 15 de Julio de 1827 y nombrado Vicario de Amberieme y después Párroco de Crozot, le perse– guía, como una obsesión el pensamiento de las misio– nes. «He leído-decía en cierta ocasión-un número de los «Anales de la Propagación de la fe» y he quedado profundamente conmovido. Paréceme estar

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