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-31- tiempo que tuvo Jugar esa conferencia apareció la ad– mirable Encíclica de S. S. Benedicto XV sobre las mi– siones. Estos dos acontecimientos de tanta transcenden– cia, si por un lado retardaron algo la publicación de es– ta obra, por otra nos produjeron gran consuelo y. satis– facción, al ver que venían a ser algo así como la san– ción oficial · de este nuestro pobre trabajo. Cuantos asistieron a la dicha Conferencia o han leído sus con– clusiones, pueden darse cuenta de la casi identidad de ideas y de método que hemos expuesto y seguido en este libro. En cuanto a la célebre Encíclica misional, puedo decir que la he comentado aun antes de apare– cer. Aparte de esto, algunas verdades que dichas por mí podrian parecer atrevidas y faltas de reverencia, da– da la alta posición de las personas a que van dirigidas, despues del dicho documento pontificio me encuentro resguardado por la suprema autoridad de la Iglesia. An– tes, tal vez me hubieran juzgado y tenido por exage– rado pero ya no soy yo el que hablo, es el Papa, y cuando el Papa ha hablado, todos, los de arriba y los de abajo, debemos callar y obedecer. No nos resta sino cantar el triunfo de los ideales misioneros hoy tan llenos de interés y, más confiado que nunca, entregar al público mi libro, seguro como lo creo del mejor de los éxitos.

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