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-316- unido a todos los otros sacerdotes del mundo; fraterni– dad esta que nace de haber sido hechos ministros de Jesucristo y dispensadores de los misterios de Dios.» («El Embajador de Cristo» cap. IX.) Probablemente, oh joven misionero, tendrás que hacer tu aprendizaje con otro misionero anciano o de bastante más edad que tú y que lleva ya muchos años de misión. Si no es un apóstol ideal, mejóralo tú con la oración y el buen ejemplo y no con enfadosas discusio– nes e inoportunas advertencias. No te preocupes, ni te inmiscuyas en la administración interna o externa de la misión y sobre todo no admitas las críticas de los cris– tianos contrarios a su propio misionero, que, más o me– nos, no faltan en todas partes. Escucha con reverencia y agradecimiento los consejos que te den y atesóralos para ir poniéndolos en práctica a medida que las oca– siones se presenten. Y por lo demás sigue al pié de la letra el horario y las otras costumbres que encuentres ya establecidas en la misión a donde vayas, a fin de no ser piedra de escándalo, ni motivo de murmuración pa– ra tus compañeros. 5. 0 Los deberes de la hospitalidad.-Pero si te toca estar sólo en una misión, entonces no habrá gran peligro de que desaparezca la armonía de tu casa y ca– si no has de tener otro cuidado que el de ser amable y cariñoso con los huéspedes, que de vez en cuando pue– den llegar a pedirte hospitalidad. Esto te será facil ha-

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