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-29- den vivir más de un día. Se leen, se admiran, nos con– mueven y hasta a veces nos arrancan lág, imas y des– pués se da el periódico o la revista a otra persona o se deja sobre un mueble cualquiera y todo se ha olvidado. Esto es lo que sucede en el mejor de los casos. Pero con el libro no pasa esto. El libro se lee con más atención, se conserva con mayor cuidado y hasta se llega a juzgar y discutir de su valor. Por esto, solo el libro de texto está en condiciones de dar una educación y una dirección segura, clara y continua. Tal es la razón de ser de este libro, que aspira a ser algo más que un simple volumen de noticias más o menos curiosas, o una estadística de cifras y númerns sobre los varios problemas que hoy se agitan en el cam– po misional. Todo esto con ser bueno es muy subjetivo y transitorio. El autor al escribir estas páginas ha que– rido llamar la atención de nuestra valiente juventud eclesiástica, interesarla en las nuevas orientaciones del espíritu sacerdotal hacia el apostolado católico y ayudarla al mismo tiempo a prepararse cual conviene para emprender tan difícil camino con nobleza y con amor. No sé si habré conseguido mi intento. Estoy muy lejos de creer que he hecho una obra perfecta, pero he afrontado lleno de buena voluntad un trabajo casi nuevo en absoluto en la literatura misional y además de índole bastante difícil y delicada. Compren– do que todos somos capaces de escribir «Apuntes)) y de dar «Consejos)); pero no es tan fácil mantenerse den– tro de los límites de una santa libertad apostólica sin vio– lar y traspasar los límites más sagrados todavía de la ca– ridad. Por oüa parte en libros de esta clase se debe ser