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-313- midad que fuese nombrada para esos cargos una perso– na incapaz o menos apta. Sucede casi siempre que el que abandona 1a pattia y sus parientes con el fin de ha– cerse misionero va con entusiasmo, dispuesto a expo– nerse a cualquier sacrificio con tal de ganar almas para Jesucristo. Si tiene la suerte de encontrar allí un buen Superior, lleno de caridad y de prudencia, no hay duda, que su trabajo será fructuosísimo; mas en el caso con– trario sería muy de temer que, cansl!dO de las fatigas y contratiempos, termine dándose por vencido y se desa– liente.» (Ca!ta apostólica.) El abandono y el desaliento es casi siempre el pe- - ligro de los principiantes; por eso uno de los cuidados de los Superiores debe ser, siguiendo el ejemplo de Je– sús y recordando lo que ellos mismos sufrieron, dismi– nuir los sufrimientos_ de sus súbditos y compadecer las incertidumbres y caídas de la infancia apostólica. «Por amor de Jesucristo-escribía S. Francisco Xa– vier al Superior de Goa-os pido que os hagais amar mucho y que demostréis con obras vuestro amor a los presentes y por medio de cartas a los ausentes. Escri– bidme. No me basta, para tranquilidad mía, saber que los amais, quiero que me digais que ellos también os aman.» (Víe... etc) ¡Oh, qué dulce es y cuánto bien hace al alma, cuan– do de vuelta de un viaje fatigoso y lleno de sacrificios y privaciones dolorosas, podemos caer en los brazos de un padre que nos recibe sonriente y descansar tranqui– los sobre un corazón maternal, como debe ser el de un santo y buen Superior!

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