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-28- Iglesia el imperio de las almas? El estudio y conoci– miento del pasado es erudición; el estudio del presente sería además vida. ¡Qué horizontes tan nuevos y tan am– plios no se abrirían ante los ojos de nuestros jóvenes si se estableciera una cátedra de las misiones en nuestros seminarios! ¡Qué erudición tan hermosa y a la vez tan útil no produciría en nuestros jóvenes estudiantes! Y ¡cuánto no ganaría su espíritu al encontrarse cvn ese verdadero manantial de las más nobles aspiraciones! (P. Manna.) Demos, pues, a nuestros jóvenes, ya que ello es necesario, la enseñanza de los clásicos para que formen su estilo y adquieran erudición, pero si tenemos en el corazón un poco de entusiasmo, pongámoslo a servicio no de Mucio Scevola o de la madre de los Gracos, sino de cosas más altas, más nobles, más útiles, esto es, al servicio de una verdadera educación ecdesiástica de nuestra juventud. Naturalmente que una educación misional, en el sentido que le damos, supone en el educador cierta es– periencia y familiaridad con el tema y el ambiente mi– sioneros, y al mismo tiempo se hace indispensable el li– bro de texto a fin de no falsear con prejuicios más o me– nos personales las vocaciones de los jóvenes. Los periódicos y revistas misionales traen conti– nuamente relaciones interesantísimas, pero son perió– dicos y revistas que por su misma naturaleza no pue-
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